Dicen que no se es verdaderamente chilango si uno no se ha trepado a un microbús. Esos extraños vehículos que se pasean en la CDMX –un híbrido entre combis y autobuses– y que nos han llevado de un lugar a otro con bastante incertidumbre. 

A veces los hemos abordado desde la parte de detrás y otras hemos visto como alguien raya sus ventanas con una moneda y en algunos momentos hemos odiado al chofer, que si está de malas (o de buenas) se pone a hacer carreritas con otros colegas.

Los peseros son parte de nuestra historia./ Imagen Facebook Microbuses y Autobuses

No obstante, a pesar de lo incómodos que pueden llegar a ser, los microbuses han formado parte de nuestra historia chilanga. Y aunque sí es necesario que los sustituyan por transportes más limpios y eficientes, ahora que se anunció que los microbuses dejarán de circular en 2024 en la CDMX, vale la pena hacer un breve pero significativo repaso de su historia.  

Así eran los peseros de antaño en la CDMX

Lo primero que podemos decir es que se les conoce con este nombre porque hace casi sesenta años costaba un peso subirse. Leíste bien… ¡UN PESO!

En un inicio, no eran camiones, más bien eran coches inmensos en los que cabían hasta 10 personas y circulaban principalmente sobre Avenida Reforma y Tlalpan. Estos coches colectivos aliviaron la gran demanda que había en la ciudad para moverse. 

Antes de los peseros estaban las combis./Imagen México en el tiempo

Esto sucedía por el aumento desproporcionado de habitantes que llegaban a la CDMX, por la expansión de las alcaldías, y por la gran demanda de comprar coches particulares que había.  

Fue así como sin ningún orden, el regidor del momento le dio a estos vehículos una especie de licencia que les permitía a los choferes poner un cartón en el parabrisas para anunciar de dónde a dónde iba.

En esta época se empezaron a adoptar algunas prácticas contemporáneas, como meter mucha más gente de la que cabía y buscar la manera de organizarse para que todos pudieran bajar en sus paradas de una forma “ordenada”. ¿Les recuerda a algo?

El transporte colectico en CDMX siempre ha sido caótico./Imagen México en el Tiempo

Sin embargo, la historia avanzó sin límites y pronto estos autos, en su mayoría de Ford, se volvieron obsoletos.

Entonces el gobierno decidió hacer un “plan maestro de movilidad” en la ciudad. Uno que abarcara a los ejes viales, recién construidos,  y que sirviera para conectar a la gente de las alcaldías con el centro. 

De las lanchas a las combis y luego a los peseros

En 1981, el entonces Gobierno del Distrito Federal le quitó la concesión a estos vehículos colectivos y a los grupos mafiosos que operaban los autobuses sin ningún tipo de control. Para lograrlo se compraron más de 7 mil camiones. 

Fue así que los capitalinos conocimos la infamemente famosa Ruta 100, el topónimo literalmente se sacó de los destinos que cubrían estos vehículos, más de 104 destinos diferentes.  

La Ruta 100 quizo ordenar el asunto del tráfico y la contaminación. /Imagen Wikipedia

Hay que destacar que en un inicio la Ruta 100 fue fantástica, ya que le regresó un poco de dignidad a los autobuses. Los choferes formaron un sindicato y se enfocaron en ayudar a los pasajeros a llegar a casa. 

Eran tan eficientes, que tras el temblor de 1985 acondicionaron sus naves para convertirlas en refugios temporales y en escuelas. Además ofrecieron durante meses servicio gratis a todo el que lo necesitara.

Los peseros no eran para pasajeros

No obstante, la estrepitosa llegada del neoliberalismo, de la mano de Carlos Salinas de Gortari, desapareció la Ruta 100. 

Una vez más el gobierno le dio la concesión a empresas privadas para que circularan en la ciudad. Fue así que llegaron los peseros cuadrados a nuestras calles. Miles de vehículos que habían sido hechos para carga, no para transportar personas y que tuvieron que acondicionarse. 

El gran problema para este tipo de unidades fue que no se daban abasto, subían a más gente de la que podían contener y comenzó el desorden…

Los peseros eran vehículos de carga./Imagen Facebook Peseros Chidos

Los choferes no tenían supervisión de ningún tipo, lo que implicaba, por ejemplo, que no respetaran los límites de velocidad, fumaran mientras manejaban, escucharan música a todo volumen y pimpearan su nave de acuerdo a sus gustos. ¿Les suena conocida esta práctica? Y es que sí, ¿a quién no le ha tocado que el chofer se ponga a jugar carreritas para ganarle al otro y así conseguir más pasaje exponiendo la seguridad de los pasajeros y población?

Además por toda la ciudad se hicieron paraderos bulliciosos en los que la gente tenía (tiene) que hacer filas por horas para poder llegar a su destino. Las salidas del metro se volvieron la definición misma del caos, al punto que un grupo de personas era “pagada” por ordenar las filas y gritar a los cuatro vientos: “Súbale, súbale”.

Con el tiempo, se volvieron inseguros. Era fácil asaltarlos y extremadamente peligrosos para las mujeres, en particular para aquellas que trabajaban en la ciudad, pero vivían en la Zona Metropolitana. Basta con ver el índice de inseguridad del Estado de México. Pues sí, el transporte público sigue siendo inseguro.

Este es el fin de los microbuses en la CDMX

Recientemente, la jefa de gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, anunció el fin de los microbuses a mediados del 2024. La idea es que a partir del 2025 estos vehículos ya no sean parte de ninguna vialidad. 

Se quiere remplazar todas estas unidades por unas más nuevas. Más limpias, más amigables con el medio ambiente y más eficientes. La idea es que ofrezcan un servicio regulado, en el que los pasajeros puedan confiar y establecer de forma ordenada sus tiempos de transporte. 

Los peseros desaparecerán totalemnte en 2025/Imagen Twitter

Según las palabras de la gobernadora, para lograrlo se han invertido 1,800 millones de pesos, y se le ha ofrecido a los múltiples conductores ser parte de un programa de renovación. 

Hasta ahora ya se han comprado más de 5 mil microbuses de ciudad, lo cual representa, para las más de 11 millones de personas que usan el transporte público, una excelente noticia, ya que un buen transporte es sinónimo de una mejor calidad de vida. 

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