Para aderezar el asunto diremos que ambas partes de la pelea han demostrado, a lo largo de la historia, que son buenas para el trompo: En esta esquina, un boxeador irlandés. En esta otra, una bola de turcos.
El asunto comenzó porque el irlandés abrió el refrigerador de una tienda, tirando al suelo todas las botellas de agua. Aunque el incidente parece de lo más reparable, los paisanos de Tarkan se lo tomaron personal y echaron marabunta al turista.
Grave error: lo que no sabían los turcos es que tenían ante sus puños a un púgil profesional… que además tiene el “síndrome de Homero Simpson”, porque por más patadas, puñetazos, sillazos, palazos y escupitajos que lanzaron en su contra… nomás no se caía.
Por aguante ganó el irlandés, aunque no se debe desestimar la perseverancia de los turcos. Para estos casos necesitamos la experta opinión del “Travieso” Arce (con su respectivo traductor).