Se trata de Leland, un bebé de Tennessee que después de echarse sus buenas cucharadas de papilla de espinaca -o cualquiera de esas cosas ‘ricas-saludables’ para bebés- queda atónito cuando su madre decide echarse un palomazo a capella.

En un principio el niño demuestra estar feliz y hermoso, ya saben… cachetón, ojos grandotes y risa coqueta, pero conforme su mamá va cantando su rostro muta a una sincera conmoción ya que ni pega el clásico -y un tanto irritable- llanto de bebé, sino que queda viendo fijamente a su madre para dejar libre unas cuantas lágrimas que nos llegan hasta el fondo del corazón.

No es la primera vez que se hace viral un video de este tipo, y no dudamos de que exista desde muchísimos años atrás. Esto, más allá de demostrar el amor del bebé hacia la madre, refleja la sensibilidad del niño… imaginen que si se conmueve a ese grado y se dedicase a ser músico… ¿qué no lograría transmitir?

Vía- The Telegraph –

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