Desde que los primeros seres sexuales pusieron pie en esta tierra, los miembros del sexo masculino han fraguado situaciones más que estúpidas en la búsqueda por darle al arrumaco. Desde la historia de Troya y lo que ocurrió en la peda de la semana pasada, por lo general no medimos consecuencias al buscar el calor de una mujer.
Y los animales no están exentos de cometer alguna tontería que ponga en peligro su vida, al buscar ganarse el corazón de una dama. Como lo descubriría Jeff Erickson, residente del pequeño pueblo de Unalakleet, Alaska (y nosotros nos quejamos del frío) que se encontró con una escena por demás espectacular:
Como con otros animales rumiantes cornudos, los alces utilizan sus crestas para entablar combate al momento de buscar aparearse. A pesar de su apariencia bonachona, este inmenso animal es capaz de arranques de furia, mismos que se cobran varias vidas humanas cada año.
Pero esta vez, no fue la furia lo que los llevo a su fin, sino más bien sus bríos, quedando atrapados en el Río Unalakleet, el cual está cerca de una población de 700 personas y ahora, de dos alces menos.
En fin, una imagen que nos demuestra lo implacable que es la naturaleza, y a los extremos que algunos machos llegan en búsqueda del sexo.