Lo que necesitas saber:
Cada mexicano que vivió en la década de 1990 recordará la campaña publicitaria de los famosos pilones, unos pequeños hologramas que juntábamos para canjear por premios y regalos.
Siempre estamos rodeados de promociones publicitarias que nos ofrecen ganar excelentes premios. Esto estuvo muy de moda sobre todo en la década de 1990, al comprar ciertos productos podíamos recibir vasos de colección, termos, muñecos de peluche, juguetes, etc. ¿Alguien se acuerda de los Pilones?, la campaña de publicidad más famosa de los 90 en México.
Si viviste en esos años seguramente recuerdas esas calcomanías holográficas que llevaban el logotipo de “Pilón”. Todo era parte de una mega campaña publicitaria organizada por Televisa, que junto con muchas marcas de diferentes productos le daba un plus a la gente si juntaba sus estampas en planillas al canjearlas por una gran cantidad de productos.
Entre los premios y regalos había televisiones, electrodomésticos y artículos para el hogar y el uso diario. Al ser Televisa la televisora principal de la época, se le daba una gran promoción a los pilones con comerciales que pasaban durante todo el día, protagonizados por las estrellas conocidas como Jorge Ortiz de Pinedo, Silvia Pinal, Paco Stanley o Anabel Ferreira. El único detalle era que conseguir la cantidad de pilones necesarios para canjearlos por el premio que querías resultaba algo difícil.
¿Qué eran los pilones?
Lo que comúnmente conocemos como pilón es ese extra que nos dan en nuestras compras, generalmente en los mercados tradicionales. Si compramos un kilo de naranjas, el marchante nos regala un par más de regalo. Así que para el año de 1990 surgió esta promoción que proponía recibir pilón en forma de estampitas acumulables en los distintos productos de marca que compráramos en la tiendita o en el supermercado.
Esta enorme campaña de mercadotecnia estaba en los oídos de todos con las canciones de sus comerciales, pero lo que parecía una buena idea, accesible y generosa, realmente resultaba un imposible. Aunque cada vez más marcas, desde las papas fritas hasta los detergentes y otros productos de despensa nos daban pilones para juntar en nuestras planillas, la cantidad necesaria para obtener un premio decente era demasiado elevada.
Las promociones eran inalcanzables. La propuesta que aparecía en los comerciales como fácil y dinámica, en realidad no era tan sencilla. Los premios canjeables por lo general eran de mala calidad y sólo había ciertos centros de canje en algunos Videocentros de ciertas ciudades del país y generalmente no encontrabas el producto que querías adquirir.
Una mega campaña publicitaria
Así fue como el pilón de los mercados y los puestos de comida tradicionales se convirtió en una promoción de marca registrada y literalmente podíamos encontrar estos nuevos pilones hasta en la sopa. Estas estampitas de holograma resultaban modernas, llamativas y sofisticadas y los entusiastas juntaban sus pilones para obtener licuadoras, sandwicheras y hornos de microondas.
A todos nos gusta tener algo extra cuando hacemos nuestras compras y el Pilón parecía ser una promoción ideal que, según dicen, comenzó a transmitir sus comerciales en la final del Mundial de fútbol de Italia en 1990. Poco a poco llamó la atención de cada mexicano. Los pilones estaban en más productos y tiendas y el catálogo de premios se hacía más grande. Aquí tenemos algunos comerciales de la época que nos refrescarán la memoria.
Los actores y actrices de telenovelas, conductores y estrellas emblemáticas, los comediantes y hasta el Osito Bimbo le daban promoción al Pilón todos los días en la barra de comerciales de la televisión abierta. Pero lo que parecía una campaña exitosa, poco a poco tuvo que quedar en el olvido. Además de ofrecer regalos inalcanzables, muchas veces los productos que traían pilones no eran los favoritos de la gente.
La desaparición de los pilones
Pocos son los que pueden decir que consiguieron un buen premio con pilones. Su publicidad con la promoción de los hologramas con el logo ovalado sólo llegó hasta 1995, año en que se desvaneció, más que nada por la dificultad de conseguir sus regalos. Lo que sí podemos decir es que todos teníamos la tonada de sus canciones muy presente: “Que vuelva, que vuelva el Pilón. El gusto gratuito, el detalle bonito, la costumbre que alegra al corazón”.