– Me está doliendo Ma, ya sácala.
– ¡¡¡AY ERES UN COBARDE, NO TE MUEVAS!!!
– Ma, ya sácamela por favor…
– ¡¡¡NO TE MUEVAS!!! AUUUUU….
El dialogo anterior no es de una película porno, al contrario, escenifica una tierna escena de convivencia de una madre con su hijo.
Nadie nos dijo que vivir es fácil, y lo es aún menos cuando tenemos que enfrentarnos a ese momento de dolor, sufrimiento y estrés que significa ser inyectados… en las pompas.
Porque claro, hay de inyecciones a inyecciones, y es muy distinto ser inyectado en el brazo que en el trasero, donde a pesar haber más carnita (bueno, no siempre) duele más el piquete. Obviamente hay a quienes las inyecciones les hacen lo que el viento a Juárez, pero otros les tienen pavor (generalmente son los niños, los chavos sensibles y buena onda, además de los aficionados del Cruz Azul).
Pues bien, como un ejemplo de lo dramático que puede resultar el proceso de ser inyectado, les mostramos la reacción de Alex, un tipo que arma todo un pancho antes antes de que su mamá le clavé la jeringa. El video con este bello momento de pena ajena fue subido a la cuenta de Facebook de un tal Daniel Naranja:
Posted by Daniel Naranja on Martes, 15 de septiembre de 2015
La verdad habría que darle un premio a la mamá de este chavo, pues aunque se nota que su hijo ya le había caído gordo (no la culpamos) no cesó en sus intentos de que su hijo complete el tratamiento que le mandaron.
A nosotros sólo se nos ocurre cerrar esta nota así…