Todos los días a las 7 de la mañana una sirena retumba en las calles de Sangli, India, ha llegado la hora de apagarlo todo, los celulares, las pantallas y el internet. No podrán prenderlos de vuelta hasta las 9:00 de la mañana.
El consejo del pueblo llegó a esta resolución un día antes que se celebrara la independencia de la India, el 14 de agosto. Había que buscar una forma de terminar con esta adicción que está comiéndole la cabeza a todos los que vivimos en el mundo o por lo menos a la mayoría.
No fue fácil, este grupo de valientes tuvo la minuciosa tarea de convencer a los líderes de la aldea. Al inicio estaban muy escépticos, les parecía imposible al punto que cuando escucharon la iniciativa se atacaron de risa.
La alerta anti-internet, se instaló en el techo de la iglesia del pueblo. Cada vez que suena un grupo de vigilantes da rondas por las calles, casas, escuelas para ver que la nueva ley se cumpla a la perfección. Todos sin excepción deben mantener apagados sus aparatos.
Sin duda, esta aldea que pertenece a la provincia de Maharashtra está haciéndole una guerra a dos grandes monstruos de nuestro tiempo: el internet y la televisión. Una lucha parecida a la David y Goliat, en la que todos queremos que gane el pequeño, pero acertivo guerrero.
El uso (muy) nocivo del internet
Tras la pandemia, la gente de todo el planeta se volcó más que nunca a su celular. Lo que antes era presencial, ahora se hace en línea. Ir al súper, tomar un curso, hacer deporte, ver a los amigos, etc.
No obstante, más allá de todos los beneficios que trae a nuestra forma de vida esta híper conectividad, pasar tantas y tantas horas detrás de una pantalla no es bueno ni para el cerebro ni para los ojos ni para nuestras habilidades sociales.
Cientos de estudios realizados por las universidades más connotadas del planeta sugieren que esta nueva manera de relacionarse con la realidad generan en las personas (en particular en las generaciones más jóvenes):
“Desajustes en las habilidades comunicativas, en el manejo de estrés y muchos problemas asociados a la poca o nula capacidad de autorregulación o del control sobre nosotros mismos.”
El uso arbitrario de los dispositivos además, nos provoca falta de empatía hacía el prójimo y mucho apego a realidades inanimadas. También modifica las hormonas y genera pocas posibilidades de lidiar con la frustración y con las emociones pasajeras que tenemos.
Según datos recabados por diversas organizaciones, la adicción al internet en varios países (China, Taiwán o Corea) afecta al menos al 30 % de la población.
Es tan grave que no podemos ni siquiera medir las consecuencias que esto va a traer a las nuevas generaciones.
Desintoxicación digital al máximo
Con esto en mente, Sangli se ha declarado independiente del “mal uso del internet”, cuyas cifras avanzan alocadamente.
Y aunque México queda muy lejos de la India, quizá deberíamos de tomar algunas enseñanzas que nos deja la forma de actuar de esta pequeña aldea.
Por ejemplo, la posibilidad de hablar en familia sobre el uso de dispositivos electrónicos en casa. ¿Qué tal crear un horario para ver la pantalla y uno para hacer otras cosas como por ejemplo platicar, salir a jugar, hacer una actividad común que requiera nuestra presencia?
El ayuno digital es casi tan sano como comer verduras y dormir ocho horas. Así que no queda más que apagar el teléfono y pensar en esos niños de una aldea hindú que han vuelto a descubrir el poder de jugar viéndose a los ojos.