Los tiempos han cambiado y la tecnología y su rápido avance se encargan de recordarnos eso a cada rato. Es decir, muchos de nosotros vemos cómo los niños de ahora piden consolas de videojuegos o tablets para poder divertirse un rato, e inmediatamente vienen a nuestra memoria esos recuerdos de cuando eramos morritos y salíamos a jugar a la calle con los compas o le llorábamos a nuestras mamás para que nos compraran los tamagochis, que en ese tiempo eran el juguete de moda, de novedad, y lo más cercano a un juego de video. Es más, incluso viendo algunas fotos nos entra ese sentimiento.
Y justamente para recordar esos tiempos en los que no teníamos que preocuparnos por pagar renta, luz, y todas esas cosas que nos demanda día a día el mundo de los adultos, aquí les traemos 24 fotos de objetos que todo niño o niña que creció en los noventa tuvo alguna vez. ¿Recuerdas las muñecas de papel? ¿O que tal de las cámaras con rollo cuando no existían las memorias SD? ¿Cuántos de nosotros no jugamos con esas manitas pegajosas que una vez que se llenaban de polvo se volvían inservibles? Ah, la nostalgia hermano:
El Instagram de antes
Todo era risa y diversión hasta que se les pegaba la tierra. 🙁
Chiquito y todo pero pensabas en el matrimonio con la niña que te gustaba cuando tenias estos en las manos
Las mamás de antes nos ponían elegantes para las fiestas nivel:
Si la abrías en el sol entonces todo se iba al carajo.
Si eras niño rico y tus papás tenían dinero, tu primer celular fue así:
Perfumes con glitter que dolían cuando te los restregabas en el cuello.
Antes de Candy Crush, existió esto.
Y ni hablar de la versión del juego de la feria en miniatura.
Muchas se iniciaron en el mundo del maquillaje con estos.
Se veían cool pero escribir con ellos era horrible.
Lo mejor era que no estaban caras.
El juego más aburrido del mundo.
Los sellitos que venían incluidos eran lo máximo.
Más de una vez intentaste bajar todos los colores al mismo tiempo, no te hagas.
El aroma era algo que nadie puede explicarse hasta ahora.
Todo bien hasta que los jalabas duro y se rompían.
El monito se enredaba en los hilos del paracaídas.
Quién diría que iban a regresar luego de tantos años.
Si tuviste una hermana que hablaba como guacamaya, venía con candado incluido.
Decenas de juegos que al final eran lo mismo.
Lloraste alguna vez con un golpe pero seguías tronandolas.
Melómano que se respeta tuvo uno de estos.