Hace un par de meses todo mundo hablaba de la Copa Mundial de Fortnite, hace un par de semanas el Mundial de League of Legends acaparó la atención de todos, es hora de tener esta conversación porque los e-sports empiezan a tener el trato de un deporte real y PUSH THE BUTTON explora el tema.
Desde el ascenso de los e-sports hace unos años, mucha gente, tanto fans, como no fans de los videojuegos, se han preguntado sobre si los interactivos se pueden catalogar como un deporte; tomando en cuenta que no son actividades físicas propiamente dichas en términos de un alto rendimiento corporal; al estilo del futbol, basquetbol o futbol americano.
Aunque los defensores del deporte electrónico han toman como referente al ajedrez, el go y el poker, juegos que han sido catalogados como actividades deportivas por algunas asociaciones internacionales; su argumento se ve rebatido por los seguidores del deporte tradicional señalado que dichas actividades “de mesa”, se mantienen dentro de un nicho específico.
Sin embargo, antes de preguntar si los videojuegos son o no un deporte, debemos de cuestionarnos la naturaleza misma de lo deportivo.
La palabra “deporte” viene del vocablo latino “deportare”, que significa transportar o trasladar; en otras palabras, la actividad deportiva se asociaba a algo que implicaba un movimiento. No obstante, esta forma derivó en el español antiguo en “deportarse”, que significa divertirse o descansar.
Se puede inferir que los deportes son actividades divertidas que se dan en momentos de ocio. Bajo este sentido, los videojuegos sí podrían entrar dentro de la categoría, pues es el entretenimiento moderno por definición; claro está que no cumple con la forma de estar en movimiento; o por lo menos no de un movimiento donde el cuerpo físico se traslade a un lugar.
Sin embargo, no hemos acabado nuestro recorrido dentro del origen del vocablo. Muchos se sorprenderán que no se haya referido a los griegos para sacar el rastreo etimológico; la razón es sencilla, para la Antigua Grecia, los deportes no existían. Así es, los creadores de gran parte de las disciplinas deportivas no las consideraban como tales.
Para ellos, estos eran simples juegos. Recordemos a Huizinga, quien señaló que el fundamento de la cultura son los juegos, pues estos son actividades que se hacen de manera libre, creando comunidades a su alrededor. Los juegos para los griegos eran lo más importante en su sociedad, más que cualquier culto o guerra.
Era una forma de divertirse, expresar su individualidad y mostrar su capacidades; demostrar que eran los mejores en ciertas actividades. Algo que pocas veces se menciona es que los Juegos Olímpicos originales no sólo implicaban a los deportistas, también había concursos de poesía y retórica, entre otras cosas.
En su cosmovision, todo implicaba una actividad lúdica; una técnica que podía y tenía que ser mejorada, poniéndose a prueba contra otros representantes igual de versados en la misma.
Luego entonces, ¿los videojuegos son deporte? Como actividad física entendida al estilo de ejercicio, la categoría es debatible, aunque se argumente que implica un esfuerzo y cansancio de orden mental; no es algo que sea propio del videojuego, cosas como el trabajo o la escuela también implican un impacto severo en nuestras capacidades.
Sin embargo, a la manera griega, como un juego que se utiliza para medir nuestras capacidades dentro de un estado de superación, donde debemos de dar lo mejor de nosotros; bien podría entrar, no sólo eso, no habría problemas en que compartiera el mismo escenario que el olimpismo.
Los videojuegos tienen todo para ser un deporte entendido de esa manera: son divertidos, se realizan en momentos de descanso, y están inmersos dentro de una comunidad competitiva. Aunque claro, no hay que perder de vista que para el griego, todo lo que implicara una técnica era susceptible de entrar dentro de los juegos; así, todo podría ser un deporte, no sólo los interactivos.
En un mundo utópico, los deportes tradicionales y los e-sports podrían convivir sin problemas; en el mundo real, tal parece que es una batalla a muerte, no por la diversión, no por el descanso o la comunidad; sino por las audiencias y la generación del dinero. Al final, son las marcas, ejecutivos e inversionistas, con su cartera, los que están decidiendo que los videojuegos sean un deporte; no el concepto, ni la historia, ni siquiera los aficionados.