Para muchos, la llegada del GPS representó dejar de estar a la deriva. Olvidarse de los gandallas que, sin saber ni dónde tienen los calzones, se avientan a dar indicaciones. Cuántos no fueron víctimas del “vete todo derecho y como a dos cuadras llegas”. Pero ya no. La tecnología llegó a nuestras vidas para facilitarnos el andar por las calles más desconocidas sin poner cara de turista.

Pero como todo en la vida, el GPS también tiene su lado oscuro. De acuerdo con un estudio realizado por la University College de Londres (UCL), el utilizar el Sistema de Posicionamiento Global apaga zonas del cerebro que ayudan a la orientación. Específicamente el hipocampo, el cual –cuando uno se conduce por cuenta propia– incrementa notablemente su actividad.

Como bien recuerda El País, un estudio del 2000 ya había echado un poco de luz sobre el asunto. No de forma directa, pero al demostrarse que el hipocampo de los taxistas crece con el ejercicio de memorizar calles… pues entonces debería de suceder lo contrario en una situación opuesta.

¿Cuál? Bueno, al aplicar la de los taxistas capitalinos (“ahí me va diciendo por dónde”) o bien, haciendo uso del GPS. O sea, ya no tener la necesidad de imaginar rutas, recordar nombres de calles ni mucho menos echar mano de la Guía Roji.

Para el estudio, publicado en la revista Nature Communications, los investigadores de la UCL analizaron la actividad cerebral de 24 taxistas a quienes echaron a conducir por las calles de Londres. Con esto se pudo observar que aquellos amos del volante que conducían con el poder de su memoria y su orientación, mostraban picos de actividad al entrar a barrios desconocidos. Por el contrario, cuando rodaban por donde el GPS les indicaba, la actividad del cerebro era nula.

Taxi Driver Robert De Niro

Nuestros hallazgos coinciden con los modelos en los que el hipocampo simula un destino con varios trayectos posibles. Cuando la tecnología que nos dice a dónde ir, sin embargo, estas partes del cerebro simplemente no responden”, comentó el Dr. Hugo Spier, quien encabezó el estudio.

No es la primera vez que se hace notar las desventajas de utilizar la tecnología: un caso similar se apuntó cuando se demostró que la habilidad matemática se ve afectada con el uso de la calculadora. Pero bueno, no se puede siempre ganar. Quizás, en todo caso, lo que habría que hacer es balancear las dos actividades.

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