Agárrense con uñas y dientes. Recientemente investigadores del Reino Unido publicaron un estudio que demuestra que las turbulencias en aire despejado (CAT), que son tan peligrosas para los aviones, serán mucho más frecuentes e intensas en el futuro con el cambio climático.
¿Por qué son tan peligrosas este tipo de turbulencias? ¿cuáles son las condiciones para que sucedan? ¿qué tiene que ver el cambio climático? Vámonos por partes.
Las turbulencias serán mucho más frecuentes e intensas por el cambio climático
Investigadores de la Universidad de Reading, en el Reino Unido, explican en el estudio recién publicado que analizaron las tendencias de turbulencias en aire despejado entre 1979 y 2020.
Encontraron “evidencia clara” de que hubo un aumento en este tipo de turbulencias en las zonas por las que generalmente circulan los aviones.
Por ejemplo, en un punto promedio sobre el Atlántico Norte la duración anual total de las turbulencias leves aumentó en un 17% entre 1979 y 2020. Las turbulencias moderadas a mayores aumentaron un 37% y las graves en un 55%, todo en el mismo periodo de tiempo.
La conclusión del estudio es que las turbulencias en los aviones serán cada vez más frecuentes debido al cambio climático. Pero ¿qué son estas turbulencias y por qué ocurren?
Lo primero que hay que decir es que son peligrosas porque las turbulencias de aire despejado son un fenómeno que ocurre en cielos despejados y aparentemente en calma, sin ningún indicio como nubes.
Este tipo de turbulencias ocurren cuando las masas de aire se mueven en distintas velocidades y chocan entre sí. Lo peligroso es que no pueden ser identificadas a simple vista o con un radar convencional.
Esto provoca remolinos que, generalmente, se sienten en la parte trasera del avión con más fuerza.
Con el cambio climático, entonces, hay diferencias del viento mucho más notorias que tiene que ver, por supuesto, con el cambio de temperatura.
Es por eso que en el futuro se debería invertir en sistemas para mejorar la detección y el pronóstico de turbulencias. Esto permitiría que el aire más agitado no se traduzca en vuelos con más zangoloteo en los próximos años.