Es muy común que todos ubiquemos a alguien que todo el tiempo está a la ofensiva, que se siente observado y cree que todos estamos en su contra, hasta sus amigos y, a veces, hasta ellos mismos.
Esas personas comúnmente también creen en varias teorías de conspiración (como los Illuminati o los reptilianos, etc.) y en supersticiones.
Ahora, un estudio realizado por Jennifer Whtison y Adam Galinsky de la Universidad de Texas encontraron que existe una correlación entre la creencia en conspiraciones y la sensación de falta de control en las vidas de las personas.
Según el estudio, la falta de control no solo afecta nuestra percepción, también nuestras acciones. Pero entonces, si recuperamos el control de nuestra vida, ¿nos volveríamos menos propensos a ver falsos patrones?
Para averiguarlo, Whitson y Galinsky le pidieron a voluntarios que recordaran eventos en los que hayan tenido control o en los que les haya hecho falta y probaron sus tendencias a ver figuras en imágenes borrosas y a creer en teorías de conspiración.
Sin embargo, a algunos de los voluntarios se les dio la oportunidad justo antes de las pruebas de completar un cuestionario sobre un valor que fuera muy importante para ellos.
Los estudios han encontrado que esta clase de ejercicio auto afirmación puede ayudar a contrarrestar los sentimientos de impotencia y angustia, por lo que el dúo de investigadores razonó que debe dirigirse de alguna manera a la negación de la tendencia de ver patrones por la falta de control.
Y eso es exactamente lo que sucede, comparado con los voluntarios que fueron directo a las pruebas, aquellos que revelaban sentir una falta de control pero tenían una oportunidad de afirmar sus valores más cercanos fueron menos propensos a ver patrones en las imágenes borrosas o conspiraciones en los eventos cotidianos. Se portaban como los voluntarios que se sentían en control desde el principio.
En conjunto, este grupo de experimentos muestra que la necesidad de sentir control es tan poderosa que la gente recurre a soluciones psicológicas que regresen a su mundo a un estado predecible, tomando patrones del ruido y del azar.
Los investigadores reconocen, sin embargo, que cada estudio individual solo se fijo en un número pequeño de personas, pero que los resultados se refuerzan entre sí a través de la consistencia y el hecho de que todos fueron, estadísticamente, consistentes.