Paseando por Instagram se apareció la foto de un cocodrilo. Esa imagen no tenía nada de interesante, ni tampoco tenía detalles especiales. Era simplemente un cocodrilo, aburrido, que no estaba haciendo nada más que tirar la flojera con la panza metida en el agua. No había nada sorpresivo en la foto. Sin embargo, en los comentarios había una extraña pregunta.
“¿Eso es un pájaro de verdad?”, preguntaba alguien en la red social.
Esa pregunta extremadamente tonta, resulta, no la estaba haciendo algún despistado detrás de la pantalla de su teléfono. En realidad era una Inteligencia Artificial (IA) aprendiendo del mundo de una manera poco ortodoxa.
Las preguntas más tontas, hacen a la IA más inteligente
Así como cuando éramos pequeños y preguntábamos sobre el cielo azul, si el agua moja o cualquier cantidad de curiosidades extrañas, la Inteligencia Artificial (IA) descubrió que puede aprender mucho más del mundo —y de cómo relacionarse con los humanos— al copiarnos las preguntas más tontas.
Y todo gracias a un método que se comenzó a estudiar en la Universidad de Stanford.
A diferencia del machine learning —que usa la fuerza bruta de millones de datos para encontrar patrones—, este nuevo método para entrenar a las Inteligencias Artificiales puede ayudar a que sean mejores con la técnica más sencilla: preguntando.
El estudio, recientemente presentado en la Academia Nacional de Ciencias, echó mano de 236 mil publicaciones en Instagram donde una Inteligencia Artificial se acercó a hacer preguntas —elaboradas por ella misma—, para poder identificar con mejor precisión lo que estaba sucediendo. Así como hizo una pregunta tonta con el cocodrilo, hubo miles de ejemplos más.
Como si fuera una persona, preguntó qué edificio era, en una foto de una catedral; o qué forma tenía un lavabo, que claramente era cuadrado.
La Inteligencia Artificial comenzó a presentarse como un niño curioso en Instagram.
El equipo de investigadores comenzó a darle “premios” a la Inteligencia Artificial por hacer preguntas coherentes, graciosas y amables. Así es que podía encontrar fotos del sol y cuestionarse —cosas bien raras como: “¿la tomaste de noche?”— para recibir las mejores respuestas posibles.
Este método se le conoce como active learning pues la IA hace un trabajo interesante al identificar las cosas que no sabe y buscar la información necesaria para conseguirla.
Los resultados, además, fueron espectaculares.
Después de 8 meses de estudio en Instagram, esta Inteligencia Artificial era 112% más rápida para identificar imágenes nuevas y además, mejoró sus habilidades de comunicación y contacto con los humanos.
Y en preguntas que no son tan tontas, si algún día se han preguntado hacia dónde está caminando la Inteligencia Artificial o cómo puede impactar en la humanidad, escuchen este episodio de SNACK PODCAST en el que analizamos todos los extraños caminos que se abren frente al avance de las supercomputadoras.
Nos quedó chulo, ¿vea?