Guarden esta nota, para que la vean en unos miles de años… cuando seamos esclavizados por monos capuchino y no puedan decir que nadie les advirtió.
El primer aviso llegó cuando ese malévolo monito capuchino pudo escapar para darse la gran vida por Paseo de la Reforma (y salió hasta con Twitter). Ahora, en Panamá suena la segunda campanada de la inminente dominación de los peluditos primates.
¿Qué, cómo? Ah pues ahí tienen que investigadores del Instituto Max Planck (Alemania) y la Universidad de California en Davis (EE.UU.) han detectado que un grupo de monos capuchino que habitan en el Parque Nacional de Coiba, en Panamá, dan muestras de haber evolucionado y, ahora, de ser simpáticos animalitos, son seres que ya se encuentran en lo que podría denominarse su Edad de Piedra.
Bueeeeno, los conocedores pueden argumentar que un tipo de monos capuchino ya habían dado señales de eso (los del género Sepajus). Sin embargo, los estudiosos aseguran que es la primera evidencia del uso habitual de piedras como herramientas que puede obtenerse de monos capuchinos del género Cebus. Específicamente, los familiares de Corazón Alegre fueron observados rompiendo nueces, mariscos y demás cosas, con una piedra.
¡¡Dos géneros de monitos ya hacen eso!!… no pues ya valimos…
De acuerdo con RT, el estudio que informará a la humanidad sobre la evolución de los monos capuchino está próximo a ser publicado en Biorvix.org. Mientras tanto, en el abstract de la investigación se adelanta que, curiosamente, en los 205 días que los monitos fueron observados, nunca una hembra fue para agarrar una piedrita y echarle la mano al compañero mono… tssss, qué pasó con esa igualdad. Pero bueno, para que no las ataquen las feministas, los investigadores aclaran que, aunque no le daban al trabajo, de alguna forma se involucraban en las labores.
Uno de los objetivos de la investigación es explorar las condiciones ecológicas que ofrece el Parque Nacional de Coiba, los cuales fueron clave para impulsar la evolución de los monitos. Así, al menos se podrá establecer porque otras especies no se avientan a agarrar una piedra para obtener alimentos y otro tipo de objetos.