Hay en curso una guerra por la inteligencia artificial, pero no todo lo relacionado con ChatGPT estará en su foco de atención.
En el sector tech hay una sola cosa que domina titulares y conversaciones en medios de comunicación desde noviembre de 2022. Primero, llegó a cambiar la educación para siempre; es más, hasta mató al ensayo académico para siempre. Después, avisó que venía por los motores de búsqueda en internet. Obvio también se asomó al mundo del contenido digital. Dependiendo a quién le queramos creer, el bot impulsado por inteligencia artificial ChatGPT es o el gran game-changer o de plano una más de las tendencias tecnológicas híper infladas de los últimos años.
Con tecnologías como ChatGPT es difícil reconocer a botepronto sus alcances y posibilidades con presteza y velocidad. En una primera instancia, es tan prometedor y tan espectacular lo que muestran que es fácil caer en la cargada de entusiasmo. Esta plataforma permite realizar tareas muy sencillas asociadas con la talacha diaria de las personas que trabajan con información y palabras. Y sus capacidades son interesantes; sus posibilidades, sugerentes. Sin embargo, como dice el clásica, la verdad es que no es ni muy muy ni tan tan cuando ya se le revisa con calma.
La consultora Gartner hace años creó una gráfica, su famoso Hype Cycle, para tratar de identificar esos picos de expectativas frente a una nueva tecnología; con él, se ve cómo es que oscilan con el paso del tiempo, pasando de un pico sobredimensionado a una meseta ya final de producción más bien silenciosa. Y ChatGPT está ahorita en esa parte de darle rienda suelta a las ilusiones más descabelladas tanto de desarrolladores como de posibles usuarios finales.
“Nadie quiere leer tu texto escrito con ChatGPT”
Por ejemplo, en lo que va de enero y febrero, ha habido un boom de autopublicación de libros en Amazon escritos—oh, sorpresa—“por” ChatGPT. Personas audaces que luego, luego se pusieron a pedirle capítulos a la inteligencia artificial para, pian, pianito, ir escribiendo esa gran novela distópica que todo mundo quiere leer.
Esto llegó a tal grado que la revista especializada en ciencia ficción Clarkesworld tuvo ya que vetar toda historia o ensayo escrito total o parcialmente por ChatGPT. No por cuestiones de plagio o código de ética de la revista, sino simplemente porque ya no les interesa siquiera leer un texto más de este tipo. Nada más en los últimos meses han tenido que vetar más de 500 textos que caen en esta categoría.
Y es que al final del día parece que no son más que triquiñuelas de gente que quiere sacarle rajada al impacto que tuvo ChatGPT a finales del año pasado. Lo mismo sucede con cursos que quieren volverse en referentes en marketing e inteligencia artificial o las publicaciones que ya van a dedicarse enteramente a hacer contenido con esta herramienta. Pero bien decía el dinomeme: ya veremos, dijo el ciego.
Dar tres pasos para atrás
No se trata de negar el poder o el potencial de ChatGPT. Es claro que se trata de una implementación muy sugerente de un modelo de lenguaje que todavía está en desarrollo. Y que sin duda echa la mano para sacar la talacha más ruda; por ejemplo, honestamente yo lo estoy usando con frecuencia para escribir correos electrónicos largos que no necesitan más que instrucciones claras para poder usarse—obvio, después de algún tipo de edición.
Más bien, la invitación es a no atrabancarse. Antes de incluir el uso de ChatGPT en todos los planes de clase de todas las escuelas del planeta, vale la pena entenderlo bien. Es decir, dar tres pasos para atrás. Claro, bajo un entendido básico que sí cambia muchas de las reglas del juego de lo que se entiende por plagio y trampa en un contexto académico; por cierto, algo que desde la educación a distancia durante la pandemia ya había arreciado.
Pero tampoco es el fin de la educación… ni el fin del periodismo… ni, mucho menos, el fin de la novela. Vaya, ni siquiera es la última frontera de la inteligencia artificial, que irá trayendo consigo procesos de automatización todavía más poderosos en los años por venir. Hay en curso una guerra por la inteligencia artificial, pero los cuentos escritos por ChatGPT muy seguramente no serán su foco de atención.