Hace ya mucho tiempo hablé de una de las franquicias de RPG más queridas de la historia. Mientras que para muchos Final Fantasy es el padre de este género, ese título le corresponde a otra serie, la cual, además de todo, cuenta con los diseños de Akira Toriyama.

Y viendo que el lanzamiento de Dragon Quest Heroes II está casi a la vuelta de la esquina, me dije a mí mismo: “pues cómo ya es hora de volver a hablar de los juegos creados por la alguna vez solitaria, Enix“.

Iniciando su leyenda en 1986, Dragon Quest fueron los juegos que impusieron casi todas las mecánicas que conocemos de los RPG clásicos y actuales.

Sin embargo, al ser traído después de Final Fantasy en este lado del charco, estos grandes juegos no recibieron la atención que merecían… bueno, al menos fuera de Japón en donde cada nuevo título es recibido casi como la segunda llegada de Jesus.

Afortunadamente, esta serie recibiría su lugar como una de las mejores en su regreso para la segunda consola de Sony. Después de que Enix y Squaresoft se unieran, el octavo juego de Dragon Quest llegó con todo en 2005.

Dragon Quest VIII: Journey of the Cursed King tal vez no tenga la edad para que muchos de ustedes lo consideren con un clásico, pero gracias a él, Square Enix se animó a traer los cuatro juegos que nunca salieron de Japón.

Cuatro años después del lanzamiento de Dragon Quest VII –curiosamente, el juego salió en el año 2000 en las tierras del lejano oriente, mientras que en el resto del mundo salió en 2001, creando el mismo espacio de tiempo con el lanzamiento de Journey of the Cursed King, el cual salió en 2004 en Japón y 2005 por acá.

A pesar de que juegos como Kingdom Hearts comenzaron a salirse de la norma del combate por turnos, Dragon Quest VIII es un “RPG Clásico” en todo el aspecto de la palabra.

Después de que el terrible arlequín Dhoulmagus, robara el cetro maldito que se encontraba resguardado en el Reino de Trodain, todos los habitantes del reino quedarían transformados en piedra, con excepción de la Princesa Medea y su padre, el Rey Trode. Sin embargo, la maldición la transformó a ella en un hermoso caballo y a él, en una extraña criatura. Pero en algo que nadie vio venir; un joven guardián del palacio, no sólo sobrevivió a la maldición de Dhoulmagus, sino que tampoco se vio afectado. Con esto, este particular trío comenzarán su viaje para encontrar a Dhoulmagus y revertir su maldición. Sin embargo, algo más oscuro y poderoso que el terrible arlequín se encuentra esperando…

Dragon Quest VIII sigue con la tendencia de los juegos previos, al dejarnos movernos libremente por el inmenso mapa; reemplazando la típica vista aérea por una cámara en tercera persona.

Como en los RPG de esa era, todas las armas se ven diferentes en los combates, además que cierto equipamiento puede alterar el atuendo de los personajes (Jessica y nuestro héroe).

A pesar de ser un juego con un gameplay clásico, Dragon Quest VIII se caracteriza por ser uno de los RPG más difíciles de la era del PlayStation 2.

Esto no es algo nuevo para la franquicia, la cual puede ser brutal con quien agarra cualquiera de sus juegos para iniciarse en el género.

Por ejemplo, mientras que en la mayoría de los RPG podemos ver cuanta experiencia nos hace falta para subir de nivel, en todos los Dragon Quest esto sólo puede ser visto en las iglesias en los diferentes pueblos del mundo.

Imagen: Square Enix

De igual manera, sólo podemos salvar en esos puntos. Y en lo que respecta a la acumulación de experiencia, prepárense para pasar horas y horas, para sólo subir un nivel.

Salvo los jefes y ciertos monstruos especiales (Metal Slimes), la experiencia que ganamos en un combate es muy baja, además de que las criaturas que habitan este mundo son duras como clavos.

Al llegar a nuevas zonas con criaturas más poderosas, veremos con alivio que éstas nos dan bastante experiencia, pero al subir dos niveles resulta insuficiente, ya que la experiencia requerida para subir de nivel crece de manera exponencial.

Lo bueno, es que en las primeras horas del juego contaremos con los cuatro personajes de nuestro equipo, aunque esto no hace que las cosas sean tan sencillas. Como en todo buen RPG clásico, los combates se llevarán por turnos, seleccionando las acciones para cada uno de nuestros cuatro personajes.

Una de las mecánicas más interesantes es la de “Tensión”. Este comando consumirá un turno, pero subirá nuestro ataque de manera dramática. Podemos subir nuestra Tensión hasta tres veces seguidas, siendo el cuarto nivel el más difícil de alcanzar, ya que se activa de manera aleatoria.

Pero de llegar a este cuarto nivel, nuestro ataque hará un daño ridículamente alto, además de ser un golpe crítico y de pasarse por el arco del triunfo cualquier estado mejorado de nuestros enemigos.

Dependiendo de la velocidad de cada uno, será el orden en el que estos puedan atacar, así como nuestros enemigos. Cada uno de los personajes, podrá utilizar tres diferentes tipos de armas –espadas, lanzas y búmeran para nuestro héroe, y hachas, mazos y guadañas para Yangus.

Cada una de estas armas se puede considerar como su propia clase, ganando habilidades y fuerza con cada una, al poner puntos de habilidad que ganaremos al subir de nivel.

Imagen: Square Enix

Además de las armas, hay otras tres categorías por personaje. Siendo la de “Puños” la que es compartida por los cuatro.

Con esto, podemos decidir el mejor camino para el crecimiento de nuestros personajes. Al llegar al nivel 100 de estas categorías desbloquearemos un ataque especial de cada categoría.

Si lo que ustedes quieren es llegar al nivel máximo con cada una, existe un ítem especial que nos da puntos de habilidad sin tener que subir de nivel.

Además de realizar las misiones principales, encontraremos varias misiones alternas, las cuales nos darán acceso a algunos de los objetos más útiles del juego.

En misiones como la de Morrie, quien nos dará acceso a la Arena de los Monstruos, podremos reclutar a ciertas criaturas para pelear en este minijuego. Al ir subiendo de rango, ganaremos la habilidad de convocar a estos monstruos para que nos ayuden en combate.

También podremos utilizar ciertos hechizos, así como usar ciertas armas como un ítem ilimitado (desde curar a todo el equipo o subir su defensa).

Como en varios RPG, el dinero es un tanto escaso. O mejor dicho, es insuficiente. Ya que si queremos comprar armas,  nos salen literalmente en un ojo de la cara.

Por fortuna, en las primeras horas del juego desbloquearemos el sistema de “Alquimia”, el cual nos dejaráz crear diferentes armas, pociones, armaduras y objetos especiales; mezclando diferentes ítems y partes de monstruos.

Como pueden darse cuenta, Dragon Quest VIII: Journey of the Cursed King es un juego muy completo y profundo, a pesar de estar basado en un modo de juego tan sencillo.

Y si a eso le agregamos el colorido y memorable elenco de personajes, nos encontramos ante uno de los mejores juegos del PlayStation 2.

Alabados sean Yangus y el Rey Trode

Si no pudieron jugar este grandioso juego en el PlayStation 2, no os preocupéis, ya que podrán disfrutarlo en una versión mejorada para el Nintendo 3DS (bueno, gráficamente no), en donde los combates no serán al azar, ya que podremos ver a los monstruos en el mapa.

En fin, si están cansados de juegos que no les duran ni para el arranque, prepárense, ya que Dragon Quest VIII les puede dar más de 100 horas de juego.

Texto: Luis Alberto Valis/ValisTheDarkia6

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