El ritmo de vida que llevamos casi todas las personas hace que nos pongamos muy irritables ante la menor provocación. Desde el tráfico, el transporte público, vaya, hasta caminar por la calle nos enfada.

Sin embargo, algo que todos podemos decir sin importar lo tranquilo que nos encontremos, es que al hambre nos produce muina. Oh sí, no hay nada peor que tener harta hambre y tener que lidiar con el mundo.

¿Por qué nos pasa eso?

Según la ciencia este cambio tan drástico de humor se debe a muchas reacciones químicas que se producen en el cuerpo, sobre todo en la chirimoya. Para empezar, el descenso en los niveles de glucosa en la sangre producen dos hormonas relacionadas con el estrés, el cortisol y la adrenalina.

El cortisol ayuda a nivelar el azúcar en la sangre, facilitando así la síntesis de glucógeno y contrarrestando a la insulina. Esto eleva la presión arterial y en grandes cantidades hace que nos pongamos irritables.

Con la adrenalina, el sistema nervioso se pone como en fuga, incrementando nuestra capacidad de reacción. Al mismo tiempo genera neuropéptidos que causan la sensación de hambre.

Estas dos reacciones tienen como finalidad el hacernos buscar comida, con el efecto contraproducente de aumentar nuestra agresividad y reaccionar de manera negativa a casi cualquier estímulo.

Todos estos elementos fueron analizados en un estudio publicado en New Scientist. Claro, eso no justifica que uno se comporte como idiota contra las demás personas, ya que es nuestra culpa el no haber comido bien.

¿La solución? Tener claros nuestros horarios y alimentarnos a tiempo. De esa manera nos evitaremos la muina y sobre todo, el hambre.

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