Está por terminar el año y estoy seguro que una de las frases que con mayor frecuencia hemos escuchado en este 2015 tiene que ver con el mentado “internet de las cosas”, ese término que lo dice todo, pero al mismo tiempo nos dice nada.
Es por eso, que cuando te llega una invitación de Google por mensajería, para conocer su Google House, ubicada en Sao Paulo, no lo piensas dos veces y decides tomar el primer avión hacia el amazonas.
Y si, cuando imaginas la casa de uno de los gigantes de la tecnología a nivel mundial, seguro piensas en Gattaca, puertas que se abren a través de scanners de retina, un baño que ocupa la saliva que escupes al lavarte los dientes para decirte tus niveles de azúcar, colesterol y trigliceridos en tan sólo tres segundos. Y claro, una cama que te abraza al acostarse y te transporta al mejor lugar de tus sueños. Digo, es el 2015 y es la Google House, ¿cierto?
En realidad, no hay nada que nos aleje más de la tecnología (y de la realidad) hoy en día, que insistir en la idea de que la tecnología es complicada, reservada para los nerds de Silicon Valley o peor aún, que sólo está al alcance de los ricos y poderosos.
Por el contrario, la Google House se trata de todo lo contrario.
Lo primero con lo que se encuentra uno, al entrar a este espacio, es con un amable androide quién nos ofrece unos malvaviscos para dar la bienvenida a Marshmallow, el nuevo sistema operativo de Android, que refuerza la seguridad de los usuarios al personalizar los permisos que otorgamos a las diversas aplicaciones para acceder o no a todos nuestros datos.
Posteriormente, uno llega a la sala de espera, en donde puedes personalizar a tu propio androide ¿me parezco?
Y posteriormente comenzamos el recorrido por las diversas habitaciones, desde la cocina, hasta el solario en donde Google nos restriega una y otra vez la forma en la que, sin darnos cuenta, convivimos permanentemente con la tecnología, llegando a un grado en el que podríamos decir que ésta ha cumplido su cometido al convertirse en una herramienta esencial en nuestro día a día, sin que siquiera nos percatemos.
No vayamos más lejos. Cuando queremos buscar la mejor ruta para transportarnos de un lugar a otro ¿qué es lo primero que hacemos? En efecto, abrir Google Maps o Waze.
Cuando queremos obtener más información sobre un tema en específico, ¿qué hacemos? Obviamente correr a Google.
Incluso, uno de los segmentos de video con mayor éxito que existen en todo el mundo, son los tutoriales que nos enseñan desde cosas básicas como la mejor forma para cortar un jitomate, hasta cómo cambiar una llanta del coche, o armar un librero.
Y si, todo esto existe desde hace varios años, pero ¿qué pasa cuando podemos obtener toda esta información a través de comandos de voz y sincronizarlas en nuestros diferentes dispositivos, incluso hasta nuestra propia televisión?
En efecto, tenemos una casa (por no decir una vida) conectada e inteligente, que tal vez no sea capaz de resolver automáticamente todos nuestros problemas, pero sí ayudarnos a tomar las mejores decisiones que, por pequeñas que sean, terminan haciendo la diferencia y si, probablemente vivamos en un mundo tan inteligente, en donde el lento termina siendo uno….