Hola y bienvenidos una vez más a esta su sección dedicada a contar las historias de los personajes de los videojuegos.
Este lunes, Sony presentó un nuevo avance del nuevo God of War, título que colocará al asesino de dioses, Kratos, al cuidado de un joven niño, quien resulta ser su hijo. Sin embargo, los dioses de esta lejana tierra, conocen perfectamente los pecados del Fantasma de Esparta.
Sí, aún falta bastante tiempo para que veamos el regreso de Kratos. Seguramente el lanzamiento de God of War será anunciado este 9 de diciembre durante la transmisión del PlayStation Experience 2017.
Viendo esto, he decidido que es hora de que le echemos un vistazo a la vida de este gran personaje, quien se pasa la mayoría del tiempo gritando a los cielos.
Esta primera parte consiste en la infancia de Kratos, así como su camino en convertirse en el trágico Fantasma de Esparta. Toda esta información proviene de los cómics de God of War, los cuales cuentan con detalle su vida antes de Ascension.
En fin, sin más preámbulos:
Titanes y dioses
Mucho antes que los hombres y los dioses existieran, los Titanes dominaban el mundo. Al no haber reglas, todos vivían en armonía, sin embargo, una profecía lo cambiaría todo.
Cronos, rey de los Titanes y padre de los primeros dioses, inició una campaña para deshacerse de sus vástagos por temor a la profecía de Las Hermanas del Destino, quienes advirtieron que uno de sus hijos lo derrotaría y se quedaría con el trono del Olimpo.
No pudiendo ver a otro de sus hijos ser devorado por su esposo, Rhea, reina de los titanes; salvaría al último de sus retoños, a quien nombraría Zeus y lo dejaría al cuidado de su madre, Gia.
Gracias a Gaia, Zeus creció y se fortaleció, encontrando el poder necesario para liberar a sus hermanos de las fauces de Cronos. Junto a Poseidón y Hades, el dios del trueno comenzó a aniquilar a los Titanes en una guerra que consumió al mundo.
Para poner fin al conflicto, creó la Espada del Olimpo, arma con la cual los dioses ganaron la guerra. Sin embargo, todo el sufrimiento y dolor de la guerra se transformó en una energía capaz de destruir a cualquier dios. Viendo esto, Zeus encargó a Hephaestus crear una caja para guardar a esta energía maligna.
Proclamándose como el Rey de los Dioses, Zeus llevó al Olimpo a un nuevo camino, exigiendo la veneración de los humanos. A pesar de su poder y estatus, los dioses no perdían la oportunidad de tener relaciones carnales con los mortales, inundando al mundo de semidioses.
En especial Zeus, quien con sus acciones hacía enfadar a su esposa, la diosa de la naturaleza Hera. En una de sus muchas aventuras, el dios del trueno conocería a una mujer espartana de nombre Calisto.
Esto, dio como resultado el nacimiento de dos niños. Furiosa, Hera le exigiría aniquilarlos, diciendo que su nacimiento pondría en riesgo la vida del Olimpo. Aún compasivo y noble, Zeus se negó a hacerlo y los dejó a cargo de Calisto.
El menor de los niños, fue nombrado como Deimos, quien se caracterizaba por una extraña marca de nacimiento. El otro por su lado, era un guerrero nato, lleno de ira y ambición. Este niño, fue llamado Kratos…
La marca del destino
Como todo niño espartano, Deimos y Kratos fueron entrenados en el arte de la guerra. Debido a su ascendencia, ambos eran portentos del combate, en especial Kratos.
El principio de su vida fue bastante pacífico (para ser espartanos claro), sin embargo, el ciclo de patricidio iniciado por Cronos, volvió a girar.
Una nueva profecía de Las Hermanas del Destino, rezaba que uno de los hijos de Zeus, un guerrero marcado, lo destronaría y pondría fin al Olimpo. Temiendo lo peor, mandó a Ares y Atena a buscar al niño marcado y asesinarlo.
Buscando en todo el mundo, sería Ares quien encontró a Deimos, reconociéndolo por su extraña marca de nacimiento. Usando a un ejército de centauros, el Dios de la Guerra invadió Esparta.
Encontrando al joven, Ares rápidamente lo superó, pero se vería interrumpido por Kratos, quien se lanzó inmediatamente sobre él. Sin embargo, el dios lo derrumbaría con un golpe, lanzándolo a un montón de madera, dejándolo con una cicatriz en el ojo derecho.
Antes de que éste pudiera asestar el golpe final, Atena le recordaría que ya tenían lo que buscaban, salvándole la vida a Kratos. Ambos dioses llevarían a Deimos al Tártaro y lo dejarían bajo el cuidado de Tánatos, Dios de la Muerte.
Humillado y furioso por no haber podido salvar a su hermano, Kratos se prometió así mismo no volver a fallar.
Continuando con su entrenamiento, rápidamente se convirtió en uno de los mejores soldados de toda Esparta. Como homenaje a su hermano, se tatuaría la marca escarlata de Deimos.
Pasarían varios años, en los cuales su avance en las filas del ejército dejaron impresionados a todos. Pero como todo hombre, Kratos también tenía su corazoncito, el cual le pertenecía a una mujer de nombre Lysandra, con quien formaría una familia.
Poco después, la otra dueña de su corazón nacería en la forma de su hija, Caliope. Lamentablemente, la pequeña había sido infectada por una plaga y según la ley Espartana, su debilidad no podía ser aceptada, exigiendo que la niña fuera desterrada para morir.
A pesar de su fidelidad a las leyes espartanas, el amor de Kratos por su hija superaba cualquier otro sentimiento, por lo cual decidió viajar para encontrar la única cura para salvar a Caliope.
La búsqueda de la Ambrosia
Enterándose de que había una Ambrosia capaz de curarlo todo, Kratos se lanzó al momento, pero sin saberlo, su viaje prácticamente estaba predestinado. Gracias a su increíble crecimiento, el mismo Dios de la Guerra, Ares, había tomado interés en él.
Esto lo llevó a escogerlo como su campeón en un reto que los Dioses del Olimpo habían creado, cuyo premio sería la Ambrosia. Debido a esto, un grupo selecto de soldados espartanos lo acompañaron en su aventura.
Ubicando la localización de la Ambrosia, Kratos obtendría la Flama de Apolo, la cual era necesaria para pasar por la cueva en donde el líquido milagroso se encontraba. Adentró, se encontró con Herodius, Campeón de Poseidón y quien buscaba la Ambrosia para salvar a su pueblo enfermo.
Después de una feroz batalla, Kratos logró asesinarlo y tomar control de su nave. Esto causó la furia de Poseidón quien mandó una ola de catástrofes marinas para detenerlo, pero esto fue inútil.
Al seguir avanzando, se encontró con el Campeón de Artemisa, Pothia, quien intentó seducirlo, pero lo único que obtuvo fue el filo de su espada al cortarla en dos.
Temiendo que su Campeón conociera el mismo destino, Hades mandó una lluvia de fuego para matar a Kratos, pero este logró sobrevivir, aunque varios espartanos fallecieron.
Al poco tiempo, encontró la Ambrosia, pero se vio atacado por Cereyon, Campeón de Helios. Al ser bendecido por su dios, Cereyon utilizó poderes de fuego contra el espartano, sin embargo, el espartano lo superó y logró ahogarlo.
Sin saberlo, Alrik, príncipe de los Bárbaros del Este, se encontraba esperando a que ambos se mataran para así poder tomar la Ambrosia y curar a su padre moribundo.
Pero al final, la ambición de Kratos fue mucho mayor, sacrificando a su propio ejército para ganar el preciado líquido.
Al regresar a Esparta, Kratos curó a Caliope, salvándola de ser desterrada. Al mismo tiempo, ganó la posición de Capitán del ejército de la mano del mismísimo Rey de Esparta.
Ganando múltiples batallas sin importar las consecuencias, Kratos ganó el favor de Ares quien lo veía como su mejor guerrero. Con cada batalla ganada, su ambición por poder lo consumía cada vez más, destruyendo poco a poco su humanidad.
Pero la suerte de Kratos llegaría a su fin cuando Alrik, buscando venganza por la muerte de su padre, reunió a las tribus del Este para atacar al ejército espartano.
El nacimiento de un fantasma
Superados en número y poder, los espartanos fueron cayendo de uno a uno. Kratos se vio incapaz de salir de esta situación, siendo arrinconado por Alrik. Antes de que éste pudiera asestar el último golpe, el orgulloso capitán rogó por la ayuda del Dios de la Guerra, prometiendo completa obediencia.
Satisfecho, Ares mataría a todos los bárbaros y le daría a Kratos las Espadas del Caos como símbolo de lealtad. Después de matar a Alrik, el espartano seguiría al pie de la letra las órdenes de Ares, destruyendo múltiples aldeas y ciudades, sin importarle a quien asesinaba, niños o mujeres.
Con cada muerte, la humanidad de Kratos se desvanecía, pero al final del día, había algo que lo retenía de convertirse en la máquina asesina que Ares tanto anhelaba.
Mandándolo a la aldea de los seguidores de Atena (quien se había dado cuenta de las intenciones de su hermano de derrocar a su padre), Ares transportaría a Lysandra y Caliope al templo central de la aldea.
Después de asesinar a los soldados y prácticamente todos sus habitantes, sólo quedaba el templo de Atena por destruir. Antes de que pudiera entrar, el Oráculo le advertiría que de entrar ahí, sólo lo esperaría el dolor y horribles pesadillas.
Ignorándola, Kratos entraría y asesinaría a todos los que se encontraban adentró del templo. Debido a los poderes de Ares, nunca se dio cuenta de que su esposa e hija se encontraban dentro, asesinándolas con sus propias manos.
Horrorizado al darse cuenta de lo que había hecho, Kratos dejó los cuerpos de sus dos amores en el templo, el cual fue consumido por las llamas. Enfurecida, el Oráculo lo maldijo al cubrir todo su cuerpo con las cenizas de Lysandra y Caliope, convirtiendo su piel en un manto blanco.
Destrozado, Kratos rompería su juramento con Ares y comenzaría a vagar por Grecia sin rumbo alguno. Inmediatamente, se corrió la voz de sus acciones y su maldición, transformándose en una paria. Tanto así que la gente prefería morir a ser salvada por él.
Convirtiéndose en la personificación de la crueldad y el egoísmo, el alguna vez orgulloso espartano, se transformó en un espectro en un… Fantasma de Esparta.
Y hasta aquí, dejaremos la historia de Kratos. Como toda historia inspirada en la mitología griega, God of War es un relato lleno de tragedias y héroes trágicos, cuyas acciones egoístas los hacen miserables.
Acompáñennos la próxima semana, cuando hablemos de la primera gran aventura del Fantasma de Esparta y de su fuga de la Prisión de los Condenados y su conflicto con la Furias…
Hasta la próxima