Las ciudades del futuro enfrentarán difíciles decisiones de cara a la crisis ambiental que se avecina. ¿Cómo responderán?

Ya parece más anécdota que chiste. Pero Los Simpson lo hicieron de nuevo, como cada quince días. “Predijeron” desde hace 25 años lo que podría pasar con ciudades que dejaran avanzar demasiado—o, más bien, hasta un punto de no retorno—algún tipo de crisis climática: dígase de estrés hídrico; problemas con el manejo de residuos; fallas en las cadenas de suministro de alimentos; o, de plano, por los niveles de dióxido de carbono y emisiones en una región.

En el episodio 200 de Los Simpson, en “Basura de titanes”, Homero se vuelve jefe del comisionado de basura de Springfield. Bajo el lema ¿No podría hacerlo otro?, convence a los ciudadanos que el problema del manejo de residuos en la ciudad debe ser delegado a tal grado que nunca, nadie se preocupe por tirar la basura donde se debe. Por supuesto, con ese tipo de estrategia (que el gobierno se encargue de limpiarlo TODO) se va el presupuesto del año en poco más de un mes. 

Todo termina en catástrofe. Para sacar más dinero, Homero le permite a otras ciudades enterrar su basura debajo de Springfield. Al poco tiempo, todos esos residuos empiezan a saturar distintas capas del suelo hasta el punto que la región se vuelve un basurero completo; por lo mismo, inhabitable. Entonces, pues, deben recurrir al plan B, uno que es de contingencia extrema: mudar TODA la ciudad a 8 kilómetros de su espacio original. Hasta, aquí, todo es risa y diversión por lo descabellado del escenario. 

Historia de una ciudad

Pero, vaya, Los Simpson lo hicieron de nuevo. Y algo bastante similar está sucediendo en el mundo. Yakarta, capital de Indonesia, es una de las ciudades más sobrepobladas en el mundo. No sólo eso, por problemas de una extracción excesiva del agua debajo del territorio, se está hundiendo alrededor de 6 centímetros al año. Además de todo, el crisis ambiental actual ha llevado a que los niveles del Mar de Java sean peligrosos para la población yakartesa. Al paso actual, para 2050 más de 25% de la ciudad estará completamente sumergida.

Por todo lo anterior, desde 2019 se propuso mudar completamente la capital indonesia a la isla de Borneo para crear una nueva ciudad que se llamará Nusantara. En buena medida, se pretende mudar la mayor parte administrativa de Yakarta con miras a redistribuir los espacios actuales para poder prevenir, un poquito, la catástrofe ambiental que se está previendo para la ciudad en 2050.

Evidentemente, como lo green es lo de modo en estos tiempos, Nusantara promete ser un paraíso sustentable. Casi que para olvidar que el movimiento de la capital se debe a un colapso paulatino, pero constante, la nueva ciudad—que se construye desde cero—es verde, futurista y “ejemplo a seguir” para todos. Funcionará con energías renovables. Estará completamente rodeada de bosques y reservas naturales. Espacio idílico. Ahogado el niño, ¿a tapar el pozo?

Para allá vamos

Se espera que para 2024 ya se haya “mudado” Yakarta a Nusantara. Borrón y cuenta nueva. Pero, ¿para quién? Porque la realidad es que, a diferencia de Los Simpson, no todas las personas ni toda la ciudad serán mudadas al nuevo paraíso ecosustentable y futurista de Indonesia. Por lo pronto, el gobierno central se trasladará y seguramente algunos cuantos millonarios que estén listos y dispuestos a pagar, para dejar que otras familias se encarguen del colapso ambiental de la antigua Yakarta.

Todo esto suena a fábula de la que fácilmente el mundo podrá aprender, tanto para bien como para mal. Es decir, para pensar que en cualquier momento se puede dejar atrás una ciudad, un territorio, sin importar su historia, tradición y apego, en la medida que fue más fácil que conservarla y preservarla; básicamente, prevenir las consecuencias futuras observables. Pero también… que qué más da quiénes son los que se quedan atrás. 

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