De seguir las tendencias actuales, el cambio climático hará del mundo uno inhabitable para personas y animales de distintos ecosistemas. 

Ya para nadie es sorpresa que la humanidad está en una carrera contra el tiempo. El cambio climático, lejos de ser una amenaza del futuro lejano, poco a poco modifica las formas mismas de entender la vida y nuestra forma de relacionarnos con el planeta. Las sequías, año con año, se vuelven más largas y más intensas; pero lo mismo sucede con las lluvias e inundaciones; y ni se diga de los problemas constantes que hay en los sistemas de producción agropecuaria. Y esto sucede tanto en México como en el resto del mundo. La crisis ambiental actual no es más que la antesala de una Tierra que, de seguir las tendencias actuales, terminará por ser absolutamente inhabitable, no sólo para las personas sino para buena parte de los animales de distintos ecosistemas. 

Quizá suena a chantaje emocional—como el clásico osito polar desamparado por los deshielos—, pero ese último punto es uno preocupante en relación con el futuro del planeta y el cambio climático. Es decir, pensar en que las acciones de la humanidad tienen consecuencias tangibles no sólo en su bienestar, sino en el de animales e incluso plantas alrededor de nosotros que poco pueden hacer para defenderse de los estragos de decisiones industriales que venimos arrastrando desde hace más de doscientos años. Es bien sabido que para que la vida pueda continuar floreciendo en el futuro, en la Tierra será necesario que se lleven a cabo transformaciones importantes en cuestiones de producción y consumo de la humanidad; sin embargo, tal vez comienza a ser relevante investigar qué animales y en qué términos van a sobrevivir mejor al cambio climático, con miras a poder entender mejor el futuro.

Un juego de ganadores y perdedores

Desde hace algunos años se emplea con mayor frecuencia el concepto de justicia climática. Y la idea detrás de él es sencilla. El desarrollo y progreso ambiental tendrá que darse necesariamente también respetando los derechos humanos (por ejemplo, a una vida digna) y con una proporción balanceada en términos de acciones y responsabilidades. Por un lado, evitando discursos ecofascistas como los que sostienen que la población humana debe ser “reducida”;  por el otro, contemplando que quien más contamina—como las corporaciones—sea quien más tenga que pagar en el camino a la sustentabilidad. Parte de esta noción tiene que ver con el hecho que el cambio climático traerá consigo, necesariamente, ganadores y perdedores.

De acuerdo a estimaciones del Banco Mundial, la crisis ambiental podría aumentar en 130 millones la población en pobreza a lo largo de los próximos diez años; asimismo, ocasionar más de 200 millones de migraciones internas en países de todo el mundo por motivos climáticos. 
Foto: Pixabay

Por ejemplo, de acuerdo a estimaciones del Banco Mundial, la crisis ambiental podría aumentar en 130 millones la población en pobreza a lo largo de los próximos diez años; asimismo, ocasionar más de 200 millones de migraciones internas en países de todo el mundo por motivos climáticos.  Para decirlo mal y rápido: el cambio climático es un asunto que impactará—y ya impacta—de maneras MUY diferenciadas entre distintas poblaciones del planeta; afectando más a personas pobres, pero también a ciudadanos de algunas latitudes específicas. Sin una atención adecuada al problema, las transformaciones en el medio ambiente contribuirán a las desigualdades actuales. Todo lo anterior, por cierto, es algo que incluso se hará notar entre distintos animales. 

Más allá de la supervivencia del “más apto”

Frente a este tipo de escenarios hay quien defiende la idea de que el cambio climático es un escenario más en el que las especies “más aptas” van a poder probarse y sobrevivir. El problema de esa lógica es que implica que existieron procesos de adaptación acorde a los ciclos biológicos y fisiológicos de una especie. De hecho, parece que sólo los animales que ya cuentan con ciertas características tendrán la capacidad de sobrevivir a un cambio climático tan pronunciado como el que ha sido ocasionado por los seres humanos. 

Recientemente, un grupo de científicos de la Universidad de Oslo y la Universidad de Dinamarca del Sur estudiaron datos de fluctuación de poblaciones de más de 150 especies de mamíferos a lo largo de un periodo de tiempo superior a 10 años. Con esa información, analizaron la capacidad de grupos de animales para adaptarse en el corto plazo a cambios de temperatura extremos. 

Sólo los animales que viven por más tiempo y que se reproducen poco son los menos vulnerables a variaciones considerables de temperatura, “similares” a las que podría implicar el cambio climático en periodos cortos y medianos de tiempo.
Foto: Pixabay

La conclusión curiosamente apunta a que sólo los animales que viven por más tiempo y que se reproducen poco son los menos vulnerables a variaciones considerables de temperatura, “similares” a las que podría implicar el cambio climático en periodos cortos y medianos de tiempo. Los mamíferos de este tipo que sobresalen son los elefantes africanos, los tigres siberianos, los chimpancés y los rinocerontes, entre otros más.

Más allá de lo curioso de los resultados de la investigación, lo que muestra es que los ecosistemas de todo el mundo están en extremo peligro por el cambio climático que está a la vuelta de la esquina. Y la humanidad habrá dejado ya un juego de ganadores y perdedores en el largo plazo, con el tablero puesto, si no se revierten los estragos de la crisis ambiental actual.

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