Se han perdido 2,000 millones de dólares en hackeos a criptomonedas y portales en 2022. El más reciente fue a Binance hace algunos días.
Qué duda cabe, este año no ha sido ni de cerca el de las criptomonedas. En menos de 10 meses, activos como Bitcoin han perdido hasta un millón de pesos de su valor por unidad, en medio de escándalos, crasheos, inflación rampante y hasta una guerra en Europa. En el paso de 2021 a 2022 se habló de un invierno cripto—en el que la bonanza de la criptolocura se terminó—, pero que se extendió a tal punto que ese mercado cerró su peor trimestre en más de una década. El mal desempeño de este ecosistema ha traído consigo dudas y complejidades que apuntan a un cambio de ruta en la industria; incluso, con miras a quizá un futuro mucho más regulado, tanto en el ámbito financiero como el medioambiental.
Pero en medio de tanto criptohorror, no sólo hubo broncas con el valor de las divisas y sus posicionamientos en el mercado bursátil. En este año también se puso demasiado en entredicho la seguridad en general de las criptomonedas. Por ejemplo, en junio pasado el Horizon Bridge de Harmony—un viaducto de cadenas de bloques que conecta a Bitcoin, Binance y Ethereum—fue hackeado. Como resultado se explotaron cerca de 100 millones de dólares en altcoins para ser después intercambiadas por ethers.
Poco después, en agosto de 2022, sucedió lo mismo con el puente Nomad—un bridge que igualmente conecta distintas cadenas de bloques para facilitar el intercambio de criptomonedas—, en el que una falla de seguridad terminó con pérdidas cercanas a 200 millones de dólares. Y ahora le tocó su torno a Binance (el exchange más grande de criptos en el mundo), para sumarse a los 13 ataques de este tipo en los últimos 12 meses que involucran pérdidas estimadas en 2,000 millones de dólares.
Por la puerta de atrás
¿Qué pasó con Binance? Hace un par de días la empresa misma reportó que se había dado un hackeo en el ecosistema que se conoce como BNB Chain. Se trata de una cadena de bloques que funciona como puente para el intercambio de criptomonedas con una interoperabilidad alta y que busca descentralizar los servicios de Binance. En teoría, para ofrecer mayor seguridad; sobre todo, para eficientar procesos de permisos y el entrelazamiento de cadenas de bloques múltiples.
La violación a la ciberseguridad de Binance permitió que personas pudieran ponerse a acuñar unidades de la cripto de BNB. Específicamente, dos millones de ellas; mismas que superan un valor de 569 millones de dólares. En ese sentido, no es que se hayan robado monedas, sino que empezaron a fabricar las criptomonedas desde la arquitectura digital de la empresa misma. Esto se hace con la intención de saturar el mercado con un activo, para desaparecer su valor para quienes tengan esas divisas legítimamente; sin embargo, al mismo tiempo que los hackers se llevan una lana al venderlas.
Casi todo acabó en llamarada de petate. Alcanzaron a cambiar las BNB por 53 millones de dólares de ether; pero al tratar de venderlas por otras criptomonedas más centralizadas se pudo identificar las transacciones y cancelarlas. Y aunque “sólo” 10% de lo producido se pudo vender, de cualquier modo el golpe a Binance abona a los miedos que genera el ecosistema cripto.
Como en el Salvaje Oeste
Frente al hackeo del viernes pasado, Binance rápidamente congeló sus operaciones—y, vaya, las de sus usuarios—para evitar que se expandiera el problema. Pero no es la primera vez este año que algo así le sucede al exchange más grande de criptomonedas en el mundo. Apenas en junio pasado (como parte de las múltiples consecuencias del crash de LUNA y TerraUSD), un atasque de operaciones obligó a la empresa a ponerle un “corralito” a sus transacciones por algunos días.
En aquel momento lo que sucedió fue que un prestamista de criptos—Celsius—se vio obligada a suspender cualquier tipo de retiro por “condiciones extremas del mercado”. Algo que en junio se entendía como que los precios de Bitcoin y otras criptomonedas no dejaban de desplomarse, al mismo tiempo que la inflación subía, tanto en Estados Unidos como en otras latitudes. Ese movimiento tan chiquito, salpicó a todo el ecosistema; los puentes y exchanges, como Binance, incluidos.
Desde hace algunos meses, Binance ha curiosamente insistido que es necesario que haya un marco regulatorio para las criptomonedas y para las cadenas de bloques que se usan para su intercambio. Mientras no haya algún tipo de centralización, el mundo salvaje de las criptos seguirá siendo susceptible a ataques y hackeos. Si a eso se suman los problemas que tienen sus precios y valores, ¿qué le deparará al futuro de estos activos digitales?