La plataforma de Cinépolis Klic anunció su cierre inminente el pasado 24 de febrero. Después de casi 10 años de funcionar en Latinoamérica, a este servicio de streaming le quedan las horas contadas. Oficialmente sus servidores se apagarán el próximo 31 de mayo. Miles de usuarios recibían la noticia con sorpresa y al mismo tiempo, surgía una pregunta importantísima. ¿Qué va a pasar con todas las películas que compraste?
La biblioteca de las personas —repleta de contenidos por los que pagaron— desaparecerá junto con la plataforma de streaming. Un recuerdo incómodo de que en este mundo de compras digitales; en realidad, no somos dueños de nada.
De acuerdo con los reclamos, había películas compradas en Cinépolis Klic se vencían hasta el año de 2032. “Me faltaban todavía 7 años para ver Avengers”, se quejaba un usuario en Twitter. Otros, creían que sus películas —es un decir— estarían ahí para siempre.
Como parte de su atención a cliente y para explicar la desaparición de miles de contenidos, la plataforma de streaming con los días contados le pedía a las personas que revisaran los Términos de Uso.
Las películas que compraste, ¿no son tuyas?
Los Términos de Uso en la plataforma de Cinépolis Klic eran contundentes. Las películas que compraste; en realidad, no las compraste. En los esquemas de compra digital, lo único que ‘compraste’ era el permiso para verla, mientras los distribuidores lo permitan.
Servicio de compra en línea: Vía acceso o streaming, se le permite al usuario a cambio del pago del precio correspondiente acceder y visualizar una copia de una obra audiovisual específica durante el periodo de tiempo en que la empresa que proporciona este servicio y el titular de los derechos del producto tengan derechos para facilitarlo.
Términos de Uso de la plataforma de streaming Cinépolis Klic
En el Apartado 13 te recordaban que si intentabas ver la película que compraste fuera de los territorios en los que Cinépolis Klic estaba registrado, podrías perderla. “Se podrá bloquear el Contenido, por lo que Usted no tendrá derecho a realizar reclamación al respecto”, señalan.
Unos párrafos abajo, en el Apartado 14 dedicado a la propiedad intelectual, señalaban que en cualquier momento podían ponerle límites al uso del Contenido.
En fin. Una y otra vez, se aparecían recordatorios de que las películas que compraste, en realidad, no son tuyas. Lo que compraste —¿rentaste?— es un permiso para verlas, mientras las distribuidoras decidan que están disponibles. La plataforma de streaming confirmó que las películas seguirán en la biblioteca de las personas hasta el 31 de mayo de 2023. Después de eso… ¡kaput!
¿Lo más interesante de todo? A pesar del coraje que pueda provocar, el caso de Cinépolis Klic no es ni remotamente aislado y se aparece en todas las grandes empresas mediáticas del mundo.
¿Qué significa ‘comprar’ algo en la era digital?
Todos sabíamos, aunque no lo notáramos directamente, que si comprábamos una película en DVD, la película no era —técnicamente— nuestra. Sabíamos que no podíamos copiarla, distribuirla o venderla para funciones de cine en nuestra casa. Eso venía en los “Términos de Uso” al inicio de cada película; aquella pantalla negra con letritas blancas.
Aunque no lo leyéramos, ni nos lo dijeran, sabíamos que tener la película en formato físico no significaba ser dueños de las películas. Habíamos comprado un permiso y un disco, para poder ver la película cuantas veces quisiéramos.
Sin embargo, también sabíamos que jamás iba a llegar alguien a nuestra puerta a quitarnos el VHS de ‘Los Goonies’ o de ‘Toy Story’ o de la Navidad de Mickey porque se nos había terminado la licencia.
La era de las compras digitales ha borrado aquellas líneas que nos daban claridad y nos ha puesto en un aprieto. Aunque técnicamente —al igual que en los años noventa u ochenta— seguimos comprando solo los permisos para escuchar música o ver películas, ahora nuestra biblioteca no está en guardada debajo de tu tele o apilada en tus estantes. Ahora, la biblioteca se almacena digitalmente en servidores de compañías que fácilmente pueden eliminarlas. O desaparecer.
Tus compras digitales que dependen de la plataforma
Ahora le sucedió a Cinépolis Klic, pero también le pasó a Amazon cuando borró un catálogo completo de libros. Le igual sucedió a Sony —cuando perdieron acceso a varios contenidos a través de PlayStation— y por supuesto, algo similar le pasó a Apple cuando borraron varias películas compradas de su catálogo cuando el tipo que quería verlas viajó a Canadá.
Sucedió también con iTunes cuando, por un error en una actualización, borraron todo el catálogo de música de un productor. En un instante perdió 122GB de canciones que había comprado.
Nuestras compras digitales dependen cada vez más de las plataformas y de cuándo, o cómo, o siquiera si es posible tener acceso a ellas. Dependen de que no desaparezcan, o no desaparezcamos nosotros.
Y es aquí les va un dato curioso, ¿sabían que, si se mueren, su cuenta de Apple desaparece completamente, llevándose al traste todas las compras que hayan hecho? ¿Sabían que las licencias que pagaron no se quedan activas, no pueden ser transferidas y tampoco se las pueden heredar a sus familiares vivos? Pues solo échenle un ojo al Apartado D, del Capítulo IV de los Términos y Condiciones que se llama “No Right of Survivorship”.
Un columnista del New York Times recomienda, si quieres evitarte estos malentendidos digitales, comprar discos de música, series en DVD o películas en Blu-Ray, pero, obvio, te perderías de grandes estrenos.
La manera en la que consumimos películas, música o series ha cambiado radicalmente. Ni se diga la manera en la que pagamos por entrarle a estos contenidos, pero si vamos a entrarle al juego vale la pena recordar que estamos comprando una licencia. Vaya a ser que nos llevemos un coraje innecesario.