La implementación de robots e inteligencia artificial ofrecen soluciones importantes para industrias tradicionales como la agricultura.
Cuando hablamos de robots e inteligencia artificial (IA) en ocasiones pensamos en términos de ciencia ficción. Tecnologías futuristas que reescribirán el mundo y la vida como los entendemos. Autos voladores; máquinas productoras de energía “solar” y oxígeno; jetpacks, hoverboards y prótesis vanguardistas completamente ajenas a lo que conocemos hoy en día. En el peor de los casos, imaginamos ejércitos robóticos subyugando a los humanos. Sin embargo, esto no puede estar más lejos de la realidad.
Robots e IA son parte fundamental de nuestras vidas, aunque no lo veamos. Los algoritmos detrás de redes sociales y plataformas de streaming son esencialmente máquinas que procesan información de manera autónoma para reconocer patrones de hábitos para poder ofrecer la mejor opción de entretenimiento o publicidad para individuos específicos. Lo mismo sucede con buena parte de las fábricas en el planeta. En las que brazos y maquinarias automatizadas arman vehículos, electrodomésticos, aparatos electrónicos y un sinfín de productos. De igual modo, los automóviles autónomos ya ofrecen servicios de transporte sin la necesidad de un conductor activo y atento.
Asimismo, proyectos digitales de lo que se conoce como internet 3.0—casos como los de un metaverso o incluso la tecnología detrás de las criptomonedas—dependen en buena medida de inteligencia artificial y robots para operar. Se trata de una tendencia industrial y económica que no retrocederá en el futuro cercano. De hecho, se proyecta que el mercado de los robots alcanzará 189,000 millones de dólares para 2027; paralelamente, el de la IA superará los 1.5 billones de dólares anuales para 2030. Y abarcará incluso sectores tradicionales como la agricultura.
Tan sencillo como recolectar manzanas
A pesar de los avances enormes en robótica e inteligencia artificial, aún existen tareas en las que la tecnología no puede superar al trabajo humano. Por ejemplo, en términos de lectura y escritura. Por más precisión que pueda ofrecer un robot, aún es incapaz de superar las capacidades de síntesis, abstracción y análisis humanas. En un caso similar se encuentra la recolección de frutas de un árbol, indispensable todavía para la agricultura contemporánea.
Pero eso no impide que se trate de encontrar formas en las que un robot sustituya el trabajo detrás de obtener una fruta, como una manzana, sin mayor complicación que se supervise que se haga adecuadamente. Un equipo de investigación en la Universidad Estatal de Oregon lleva años desarrollando una máquina que pueda lograrlo.
La tarea no es sencilla, aunque así lo parezca—particularmente cuando una persona la realiza. Los algoritmos de una computadora deben distinguir la fruta. Tomar en consideración factores como lluvia, nubes, sol y sombra para poder reconocerla. Además, debe cuidar las ramas del árbol. Y coger la manzana de tal modo que no se dañe en ningún momento del proceso. Algo que parece tan sencillo se vuelve extremadamente complejo a la hora de traducirlo en algoritmos que puedan ser operados por una inteligencia artificial.
Actualmente, este robot recogemanzanas sólo puede operar correctamente en 50% de sus intentos. No obstante lo anterior, se puede esperar que en los próximos 5 a 10 años perfeccione su tecnología para tener un promedio de bateo perfecto y preciso. Sin tener que descansar ni tomar vacaciones. Ni se diga de tener que pagar impuestos o necesitar de seguridad social. Y en la medida que se incorporen robots e inteligencia artificial a la agricultura mundial, el sector se verá reconfigurado por completo.
La agricultura del futuro está a la vuelta de la esquina
Con frecuencia se ve a los robots y a la IA como amenazas a la fuerza laboral humana en el futuro. Se corren riesgos enormes de mandar a millones de trabajadores a la irrelevancia. La agricultura no queda ajena a estas lógicas; sin embargo, se trata de una industria en la que este tipo de tecnologías—cuando bien instrumentalizadas—puede mejorar considerablemente la vida de las personas.
El trabajo agropecuario es pesado. Requiere de largas jornadas en condiciones extremas. Para sembrar, para cosechar y para cuidar la siembra (o el ganado). El desarrollo de robots de recolección bien podría aliviar a los agricultores. Hacer sus días más llevaderos y que ya no queden sometidos a las inclemencias del clima, que con la crisis ambiental actual nada más empeorarán con el tiempo.
En ese mismo tenor, la agricultura del futuro requerirá de precisión milimétrica. Los recursos naturales en todo el mundo se agotan peligrosamente. E incluso para algo tan fundamental como nuestra alimentación requerirán de una administración prístina. La inteligencia artificial puede ayudar en la predicción de patrones climáticos para distribuir adecuadamente esos recursos cada vez más escasos.
Durante 2021 ya se pudo atestiguar cómo es un mundo con sistemas de agricultura asfixiados. El exceso de demanda por las reactivaciones económicas en todo el mundo, junto con cambios bruscos en el clima—particularmente por sequías—, llevaron a granos como el maíz a dispararse en precios como pocas veces se ha visto en la historia. Y en 2022 hemos atestiguado cómo una guerra en Ucrania puede llevar a crisis alimentarias similares en distintas latitudes.
Más allá de los algoritmos para escoger películas o canciones ideales para una persona o para que un taxi transite sin la necesidad de un conductor, robots e IA ofrecen soluciones importantes para industrias tradicionales como la agricultura.