Seaspiracy forma parte del catálogo de originales de Netflix y ya está disponible.

Seguramente en las últimas semanas han escuchado a algunas personas decir que ya no van a consumir mariscos o cualquier alimento de mar. ¿La razón? Siguieron las tendencias o se dejaron vencer por el algoritmo de Netflix y vieron el más reciente documental de la plataforma bajo el nombre de Seaspiracy.

Seaspiracy, dirigido por Ali Tabrizi, es un filme documental que revela uno de los más grandes problemas de la crisis climática, el daño al ecosistema marino. Tabrizi, un joven director británico, comienza la investigación de la crisis, y a lo largo de su viaje, descubre algunos puntos que revelan una cruda realidad: la pesca industrial es la culpable del daño a la vida en los océanos.

Cuando terminas de ver Seaspiracy, te comprometes a dejar de consumir pescados o cualquier animalito de mar. No hay de otra, pues las imágenes son brutales para acompañar una serie de revelaciones fatídicas en relación a la matanza de delfines y ballenas; la pesca industrial; la esclavitud humana moderna; la contaminación de los océanos; la crueldad animal; la pesca sustentable; y la corrupción de una industria.

Sin embargo, esta nota tiene el firme propósito de decirles que tengan sus reservas respecto a la información que el documental utiliza para sustentar sus argumentos. Y ojo, con esto no queremos decir que se tomen a la ligera un problema que es bastante real (eso no se pone en duda) en relación con el ecosistema marino.

Póster de ‘Seaspiracy’, documental original de Netflix.

La idea es que descubran que no todo lo que se dice en Seaspiracy tiene bases científicas o está fundamentado en estudios actualizados. Pero vamos por partes:

Cierto: La industria pesquera debe mejorar

La industria pesquera está llena de huecos. La sobrepesca es un problema real que ha ido en aumento conforme las tecnologías se desarrollan: pescamos más, lo cual se traduce en la amenaza de las especies marinas ya que algunas de estas, sino es que la mayoría, no pueden recuperarse o restablecerse. 

La sobrepesca no sólo afecta al ecosistema marino, sino que también ha obligado a los barcos pesqueros a adentrarse cada vez más al océano donde hay peligros inminentes, sobre todo para los pequeños pescadores.

Luego está la ruptura del ecosistema. En uno de los siguientes apartados explicamos cómo el océano es el pulmón de la Tierra, y la pesca moderna hace que se rompa el equilibrio, a través de un proceso que se conoce como acidificación

Imagen de ‘Seaspiracy’ de Netflix.

En un mismo punto (abajo explicamos cada uno) reuniremos que uno de los peores factores de la industria pesquera es la contaminación por plásticos y las formas en las que se efectúa la pesca comercial de todo tipo de especies, por ejemplo, las ballenas.

Alrededor de la pesca, como se revela en Seaspiracy, hay esclavitud humana. Y no es noticia nueva. Desde 2015, por ejemplo, The Guardian publicó una enorme investigación sobre el tráfico de personas en Asia a partir de la actividad de pesca. Las personas en países como Tailandia, adquieren una deuda con traficantes que han de pagar trabajando para ellos en el océano. 

Testimonios revelan que las víctimas eran torturadas y obligadas a trabajar en condiciones deplorables de alimentación e higiene, además de sufrir castigos corporales, violencia sexual y en la mayoría de los casos, eran asesinados o morían por estas mismas condiciones.

La industria de la pesca es terrible, y 90 por ciento de esta actividad a nivel mundial, es controlada tan sólo por 30 países más la Unión Europea. Esto también representa un problema, pues supone la permanencia de los intereses de pocos países frente a la necesidad alimentaria y el riesgo climático.

Pero acá también nos gustaría hacer la aclaración: la industria y la pesca no es lo mismo.

Falso: 46 por ciento del plástico son redes de pesca

De acuerdo con Seaspiracy, en uno de sus datos más abrumadores, 46 por ciento de la basura que flota en los océanos, son redes de pesca. Esto no sólo se le atribuye al problema de contaminación, sino de la pesca industrial.

Sin embargo, el dato, al menos como lo manejaron en el documental, está sujeto a interpretación. De acuerdo con un estudio de nature, las redes de pesca representan 46 por ciento del peso del plástico que forma parte de lo que se le conoce como la “gran mancha de basura del Pacífico”.

Esta “isla” de basura supera tres veces el tamaño del territorio de Francia. Guácala… y las consecuencias de su existencia son aún más despreciables al estar conformada, en su mayoría, de plásticos.

Las redes de pesca sí representan un gran problema en cuanto a la contaminación y como una amenaza para la vida marina. / Foto: Getty Images

En la mancha hay lo que se denomina objetos grandes, por ejemplo, botes, botellas o empaques. Pero también hay microplásticos, los cuales son más dañinos para la vida marina debido a su tamaño (las bolsas se van desintegrando y representan un mayor peligro para los animales).

Lo que no se aclara en Seaspiracy, es que la mayoría del plástico se desintegra y hunde, dejando de ser visible. De aquel plástico que no se ha hundido y que se ve en la mancha del Pacífico, 46 por ciento del peso son esas redes de pesca. Una vez más: 46 por ciento del total del plástico no son redes de pesca, sino el peso del plástico de la mancha del Pacífico.

No es que esto sea menos grave, pero sí son datos que debemos tener en cuenta, pues determinan la narrativa del documental. Estudios revelan que 80 por ciento de la basura en los océanos, son de desperdicios humanos como botellas, empaques mientras el resto, el 20 por ciento, vienen de otras fuentes.

Colecta de basura en febrero de 2021 en Bali, Indonesia. / Foto: Getty Images

Un reporte de Greenpeace dice que cada año se tiran 12 millones de toneladas, el equivalente a tirar un camión de basura al océano por minuto. Todos los plásticos tienen el potencial de matar animales marinos, pero uno de los peores, son las redes de pesca porque están diseñadas para atrapar animales. La presencia de estas redes es llamada “ghost gear”.

Y uno de los puntos claves de este reporte, que reconoce el peligro de las redes de pesca tanto como contaminante como una amenaza para los animales, es que representan el 10 por ciento del desperdicio de plásticos en los océanos. El tema con Seaspiracy es que parece minimizar el impacto cotidiano o del diario de los seres humanos que tiramos basura a los mares y océanos. 

Cierto: La caza de ballenas

En julio de 2019, después de 30 años, Japón decidió salirse de un pacto internacional que prohibe la caza de ballenas a nivel comercial. En 1986, la International Whaling Commission logró integrar a varios países como Japón para que se cesara la caza de ballenas y el número pudiera recuperarse (el siglo XIX y el XX fue devastador para la especie).

El país nipón junto a Islandia y Noruega, acordaron en la década de los 80 que no cazarían ballenas de manera comercial hasta encontrar una forma sustentable de hacerlo. Pero ante las negativas de la IWC con algunas propuestas de pesca, es que Japón dio el primer paso y abandonó el pacto internacional en una actividad que, aseguran, forma parte de su cultura. 

Pero es importante aclarar que Japón no es el único país que caza ballenas. La controversia radica, principalmente, en que ellos cazan tres tipos de ballenas, y una de esas está en peligro de extinción (ballena sei, cuyo proceso de reproducción es muy lento). 

La caza de ballenas es una práctica común en algunos países como Japón, Islandia y Noruega. / Foto: Getty Images

Islandia y Noruega, por ejemplo, forman parte de la IWC, pero realizan la caza con “fines científicos”. Esto quiere decir que cazan ballenas, y una parte debe asignarse para fines de investigación mientras el resto queda para venta y consumo.

El segundo tema con Japón es que durante los años en los que formó parte de la IWC, practicó la caza de ballenas con fines científicos excediéndose, según algunos reportes, en el número. De acuerdo con datos, en 2016 Japón cazó 300 ballenas, un número alto considerando que su base no es comercial.

Las Islas Feroe, región autónoma dentro del reino de Dinamarca, también practican la caza de ballenas como su actividad económica y comercial principal. A continuación les dejaremos un video con imágenes fuertes sobre la caza de ballenas: 

Falso: No habrá peces en 2048

En 2006, un estudio titulado “Impacts of Biodiversity Loss on Ocean Ecosystem Services”, dio la vuelta al mundo tras revelar que para 2048, no habría peces ni animales marinos. El impacto de la actividad humana en los ecosistemas marinos aceleraba, reveló la investigación, la pérdida de especies que traería consecuencias terribles. Una de ellas, según las proyecciones, sería la muerte de los océanos para aquel año. 

Medios como National Geographic y organizaciones internacionales retomaron el estudio para hablar sobre la urgencia de la crisis climática en relación al ecosistema marino.La biodiversidad es un recurso finito, y vamos a terminar con él y quedarnos sin nada… si las cosas no cambian“, decía el autor de la investigación, Boris Worm, de la Dalhousie University en Canadá.

Peces encima de un arrecife de coral decolorado, signo de la crisis climática. / Foto: Getty Images

Con el paso de los años, el estudio fue retomado a partir de las proyecciones que se hicieron si la actividad de pesca seguía el mismo curso que se registraba en 2006. Para 2009, los mismos autores del reporte y algunos especialistas en el tema, retomaron la información y evaluaron los datos (AQUÍ), llegando a la conclusión de que las proyecciones ya no eran correctas y por tanto, no tenían una base científica.

Por lo que sería un error citar, actualmente, las cifras, específicamente el dato de que para 2048 el océano estaría muerto. Seaspiracy retomó el estudio de 2006, el cual tiene 15 años, no está avalado por expertos ni especialistas, y su información ha sido refutada desde hace más de 10 años. 

Cierto: El pulmón de la Tierra es el océano

El pulmón de la Tierra es el océano, y ese título se lo lleva gracias al fitoplancton. Diversos estudios como el de Tara Ocean (2015), confirmó la hipótesis de que el fitoplancton es el responsable de entre 50 y 85 por ciento del oxígeno que se libera. Gracias a la fotosíntesis y al ciclo de renovación de este organismo acuático, es que prácticamente respiramos.

Falso: No existe la pesca sostenible

Cuando escuchamos el concepto “pesca sostenible”, lo primero que se viene a nuestra mente es un proceso utópico, pues supone el equilibrio entre el ecosistema marino (dejar suficientes peces en el mar), y que la pesca sea una actividad redituable para las personas que la practican.

Si hay algo bueno en Seaspiracy respecto a la idea de pesca sostenible, es que da cuenta de lo complicado de la industria y la revelación de muchos intereses políticos y económicos. Y si hay otro punto en el que tiene razón el documental, es que no es fácil encontrar una definición clara de lo que es la pesca sostenible. Pero la situación tampoco es fatal al grado de decir “no existe”.

Ahora bien. La pesca sostenible existe y muchos activistas y organizaciones han peleado por mejorar los procesos de pesca (y la producción alimentaria en general) a través de varios conceptos como el demaximum sustainable yield“, o eliminando métodos como el de la pesca de arrastre (lanzan una red hasta el fondo, y recogen todo lo que hay a su paso, incluidas especies que no eran objetivo).

Pesca sostenible en Kuhlbarra en las costas de Singapur. / Foto: Getty Images

La pesca sostenible no se realiza a gran escala, pero sí hay maneras de trabajar con procesos que cuiden el medio ambiente como el cumplimiento de los óptimos biológicos, el aumento de la reservas marinas, presionar a las autoridades sobre la certificación de legalidad, así como el apoyo a la pesca artesanal.

Todas estos puntos ya se llevan a cabo, pero se necesitan implementar a gran escala, es decir, actualizar los sistemas de producción y pesca sostenible a gran escala para que sean suficientes y tengan un impacto mayor a largo plazo.

De acuerdo con un artículo de nature, la acuacultura fue responsable de producir 82.1 millones de toneladas de alimento marino animal en 2018 según cifras de la United Nations Food and Agriculture Organization (FAO), y su valor ha ido en aumento. Las estimaciones dicen que para 2050, la acuacultura podría suplir la mayor parte de la fuente de proteína marina. En 2030 podría alcanzar los 109 millones de toneladas. 

La situación actual es grave, y una manera de resumir la gravedad del asunto es que vamos en camino de tener más barcos pesqueros que peces. Pero hay maneras de revertir el daño de la pesca industrial y comercial a través de la pesca sostenible. 

Cierto: El riesgo de enfermedades por el consumo de carne de animales salvajes

George Monbiot, conocido ambientalista y columnista de The Guardian, es uno de los entrevistados en Seaspiracy para apoyar la premisa de que el mayor riesgo para los ecosistemas marinos es la industria pesquera. Y es Monbiot que revela un dato sorprendente.

¿Qué hacen las personas en lugar de pescar? Cazan animales salvajes en tierra“, dice Monbiot para hablar de cómo la pesca industrial ha afectado las costas africanas, dejando a los locales sin peces que pescar, y por tanto, sin peces para comercializar y comer. Luego, el ambientalista dice que esto no sólo afecta a la vida animal en la tierra, sino directamente a los humanos. 

El comercio de carne es responsable de la epidemia de ébola“, menciona. De acuerdo con una investigación titulada “Ebola Viral Disease in West Africa: A Threat to Global Health, Economy and Political Stability” y publicada en 2016 por parte del National Center for Biotechnology Information, cita un estudio de 2012 donde habla sobre el aumento del consumo de carne de animales salvajes también conocido como bushmeat.

Aquí se dice que la reducción de los peces, resultado de la sobrepesca por parte de embarcaciones chinas y europeas, han incentivado la pesca de animales salvajes y el consumo de su carne como una fuente alternativa de proteínas en varias comunidades pesqueras de la costa oeste de África.

Falso: Captura accesoria y descarte

La captura accesoria (bycatch) es cuando se atrapan especies durante la pesca que no eran el objetivo. Por ejemplo, si un barco lanza la red para pescar atún, es probable que queden atrapadas otras especies marinas. A eso se le conoce como captura accesoria.

Del otro lado está el descarte (discards), el cual se define como una forma de desperdicio. Esta práctica se define como tirar al mar las especies que no eran el objetivo o no se requiere. Generalmente los animales vuelven al mar sin vida. Tanto la captura accesoria como el descarte, están íntimamente relacionados, pero no son lo mismo. Y esta confusión está presente en Seaspiracy sin aclarar las diferencias, y  por tanto, los números que se presentan.

Imagen de ‘Seaspiracy’ sobre la matanza de delfínes en Asia.

De acuerdo con el documental, 48 por ciento de la pesca en todo el mundo, se descarta, una cantidad absurda si consideramos la crisis alimentaria. Sin embargo, y sin minimizar el impacto, los números reales son del 10 por ciento.

Ese 48 por ciento, en realidad, pertenece a la práctica de la captura accesoria. Es decir, que en 48 por ciento de la pesca, hay animales que no eran el objetivo y se venden en el mercado. El mejor ejemplo es el delfín, el cual queda atrapado en las redes de pesca del atún. Otros animales que sufren las consecuencias de esto son los tiburones, tortugas marinas, ballenas, focas, aves y más. 

Falso: Las ONG son parte del problema

Seaspiracy ha recibido varias críticas en relación a la forma en la que presentaron a los entrevistados y sus comentarios. Invitados como la profesora Christina Hicks, investigadora y científica de la Lancaster University, dijo que le molestó micho ver cómo utilizaron una parte de su entrevista (cameo) para atacar algo a lo que se ha dedicado toda su vida.

Pero los que salieron perdiendo en el documental, son los entrevistados/representantes de las ONG conocidas por luchar por el medio ambientes y el ecosistema marino. La Plastic Pollution Coalition fue acusada de recibir dinero del Earth Island Institute y estar relacionada con algunos proyectos que envuelven la pesca industrial.

En cuanto a esta última, es señalada de ser la responsable del Dolphin Label (sello de certificación de que no murieron delfines durante la pesca) y en la entrevista, en la edición final, uno de los representantes dice que es imposible saber si sí mueren delfines y que los auditores son sobornados o amenazados si reportan los números reales. Sin embargo, EII salió a decir que su trabajo desde hace décadas, ha hecho que el número de delfines asesinados en realidad ha bajado gracias a sus esfuerzos.

Oceana también se las vio negras con Seaspiracy, y en un comunicado la organización dijo que coinciden en que se debe tomar acción respecto a la sobrepesca, pero no apoyan la idea de que la única solución es dejar de comer mariscos o animales marinos, pues reconocen que millones de personas dependen de la actividad pesquera y una dieta vegana, por decirlo de alguna manera, no entra en sus posibilidades en relación a la pobreza. 

En general, las ONG se han convertido en un factor importante para informar a las sociedades y comunidades sobre la crisis climática, haciendo consciencia sobre el impacto de las actividades humanas. Su importancia también radica en la presión que ejercen en las autoridades para promover acciones políticas que tengan un mayor impacto más allá de promover acciones individuales.

Otros datos a considerar

-Un estudio reciente reveló que en Estados Unidos poco más de 4 mil 500 tortugas mueren. Un número muy distinto al que se ofrece en Seaspiracy, el cual es de 250 mil tortugas muertas al año como resultado de la captura accesoria.

Desde 2010, Greenpeace informó sobre el riesgo de extinción de las tortugas, y reveló que de 1990 a 2008, se han perdido 85 mil tortugas por captura accesoria. 250 mil para un sólo país es demasiado y las cifras han sido desmentidas en varias ocasiones.

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