Este 30 de septiembre, el escritor Truman Capote, autor de novelas como Desayuno en Tiffany’s, cumpliría 96 años. Si bien es un gran representante de la literatura de Estados Unidos, también influyó mucho en el periodismo. Un ejemplo de ello es la que se considera su obra maestra: A sangre fría, la historia de un crimen real en Kansas.
Cuartos pequeños con olor a muerte
Su carrera como escritor comenzó en Nueva Orleans, cuando era sólo un niño. Sí, mientras su madre lo olvidaba y lo dejaba al cuidado de sus abuelos, de sus primos, o encerrado en pequeñas habitaciones que él recordaba “asfixiantes y con olor a muerte”, empezó a escribir lo que sentía por este abandono, cuando tenía nueve o 10 años.
De acuerdo con La Voz de Galicia, estos textos que escribió quedaron a manos de la Biblioteca Pública de Nueva York luego de su fallecimiento, pero fue hasta 70 u 80 años después que se encontraron y se publicaron en 2014, en el libro Relatos tempranos.
En esta obra se pueden encontrar varios relatos y poemas que Capote escribió entre 1935 y 1943, cuando tenía entre nueve y 19 años de edad, “con los que el autor intentaba conjurar las heridas de la infancia y ensayaba las maneras como habría de enfrentarse a la vida, ya con un estilo que apuntaba a escritor de talento”, apunta José A. Ponte Far, del diario español.
Su éxito antes de “A sangre fría”
Luego de llegar a Nueva York, gracias a su padrastro, Joe Capote (quien le cedió su famoso apellido); de que se suicidara su madre y de graduarse en escuelas privadas; se hace ayudante del corrector de pruebas de The New Yorker, a la vez que comienza a enviar diferentes cuentos cortos a varias revistas.
Sin embargo, su relato “Miriam”, que publicó a los 21 años de edad, sería el que lo catapultaría a generar una fama que no se detendría hasta años antes de su muerte; de hecho, una importante editorial ya le había adelantado una fuerte cantidad de dinero para que escribiera su primera novela. Esta sería Otras voces, otros ámbitos, una historia donde trata sus primeros años de vida, pero también la homosexualidad.
Con esta obra iniciaría su carrera literaria y le seguirían libros como El arpa de hierba (1951), Se oyen las musas (1956), y Desayuno en Tiffany’s (1958), la cual se adaptaría en el cine con la famosa actriz Audrey Hepburn como protagonista.
Un crimen en Holcomb, Kansas
Gracias a su creciente fama, comenzó a ganar bastante dinero y a tener una vida llena de fiestas, alcohol y amigos que formaban parte de un círculo exclusivo de Estados Unidos; como actrices y actores famosos, figuras sociales importantes y demás celebridades de la época; sin embargo, no dejaba de escribir reportajes, crónicas o de hacer entrevistas a grandes personalidades.
Sería justamente por este tiempo que Truman Capote comenzaría a escribir el que se considera su libro más importante: A sangre fría. Así es, todo empezó porque en una ocasión leyó una noticia de que en Holcomb, Kansas, una familia había sido asesinada en su granja de una manera muy extraña.
Fue entonces que le propuso a The New Yorker escribir la historia de este crimen en varias entregas. La revista accedió y viajó al lugar donde ocurrió el incidente junto a su amiga, la escritora Harper Lee. Así comenzó a conocer todos los detalles y a todas la personas involucradas; desde los familiares de las víctimas, los vecinos, los policías que investigaban el caso, y hasta a los propios asesinos: Dick Hickock y Perry Smith.
Truman Capote y la literatura de no ficción
Tiempo después, decidió que la historia de la familia Clutter ya no sería un reportaje y le surgió la idea de escribir un libro. Pero no escribiría una investigación periodística, ni tampoco una novela, o al menos no como se conocía.
Él desarrollaría algo diferente e impulsaría lo que se conoce como literatura de no ficción; un género que consiste en relatar hechos reales, pero de forma literaria, o como apunta El Comercio, lo que Capote llamaría “una novela no-novela”.
Al respecto, en el prólogo de su libro Música para Camaleones, escribió: “Otros rechazaron mi concepción de la ‘novela verídica’, decretándola indigna. Norman Mailer (escritor contemporáneo) la describió como ‘un fracaso de la imaginación’, queriendo decir, supongo, que un novelista debería escribir sobre algo imaginario y no sobre algo real“.
Si bien A sangre fría se convirtió en su mejor obra, también sufrió mucho escribiéndola: realizaba muchas modificaciones al no estar siempre convencido de lo que hacía, y tardó en publicarla porque la ejecución de los asesinos siempre se postergaba.
Sobre esto, en 1961, llegó a escribir a su editor Bennet Cerf lo siguiente: “Ya hace año y medio que condenaron a los chicos, y ahora, de repente, a causa de alguna putada legal, parece que va a haber un nuevo juicio. Lo que significa que pueden pasar otros dos años antes de que el maldito asunto quede sentenciado y yo pueda acabar el libro“.
Y sí, esta no-novela se publicaría hasta 1966, llegando a mencionar, en varias ocasiones, que después de este libro ya no volvería a hacer algo parecido a un reportaje: “Este será mi último intento en el mundo de los reportajes; y, en cualquier caso, si salgo vivo de esta, habré dicho todo lo que tengo que decir sobre el género. Mi interés por él ha sido completamente técnico”, escribió al crítico Newton Arvin en 1960.
La decadencia del escritor
Todo su trabajo le fue recompensado y hasta organizó una enorme fiesta el 28 de noviembre de 1966, en Nueva York, para celebrarlo. Sin embargo, después de la publicación del libro, del éxito alcanzado, también comenzó a caer su carrera y fue hundiéndose poco a poco en una crisis personal.
Primero se separó de Harper Lee, quien era su gran amiga desde la infancia; de hecho, llegó a tener celos de ella cuando ganó el Premio Pulitzer con su novela Matar a un ruiseñor. Y después todo empeoró con la publicación de unos capítulos de su libro Plegarias atendidas, donde sacó a relucir secretos de personalidades con las que se juntaba, ganándose su repudio. Finalmente moriría, casi solo, en agosto de 1984.
*Con información de La Voz de Galicia y El Comercio