En los últimos años, el nombre de Harvey Weinstein ha estado involucrado en la polémica por todas las acusaciones sexuales por los que fue acusado. Incontables son las declaraciones de mujeres involucradas en Hollywood y en el cine que afirman haber sido acosadas o violadas por el magnate del cine, pero afortunadamente y al final del día, se hizo justicia por todos esos casos.
Se sabe que Weinstein era un hombre muy poderoso en la industria cinematográfica, haciendo prácticamente lo que quería con tal de salirse con la suya. Sin embargo, hubo un estudio que a pesar de los contactos e influencias que el productor tenía en Hollywood, se negaron a doblegarse ante él, y por supuesto que estamos hablando de Studio Ghibli.
Resulta que en 1997, el estudio de animación japonesa estrenó La princesa Mononoke, una de las películas más emblemáticas creada por el gran Hayao Miyazaki. Aunque en su país de origen fue todo un éxito, la prueba de fuego venía unos meses más tarde, pues las cinta llegaría a América y en los Estados Unidos buscaban que rompiera todas las taquillas.
Para eso, Ghibli se alió con Disney un año antes para que en conjunto trabajaran en el doblaje al inglés de sus películas en el país vecino. La subsidiaria de la casa de Mickey Mouse –y compañía de Weinstein–, Miramax, se encargó del lanzamiento de La princesa Mononoke en todos los cines posibles, así que con todos estos elementos mezclados, crearon una alianza que pintaba para ser poderosa, pero una de las condiciones para que se estrenara en Occidente era que tenía que permanecer tal cual, sin alteraciones.
Sin embargo, no todo fue miel sobre hojuelas. La reputación que tenía Harvey Weinstein dentro de la industria lo llevó tan lejos que el productor de Miyazaki, Steve Alpert, envió al señor Weinstein una espada samurái con una nota que decía “Sin cortes” dentro de una hoja, pues era famoso por hacer lo que quería con las películas de distribuía y de las cuales no tenía el control creativo.
La advertencia escrita –y una espada milenaria que podría cortarlo fácilmente– no fueron suficientes para que Weinstein siguiera insistiendo en que La princesa Mononoke debía ser cortada para que ‘triunfara’ en los Estados Unidos. Pero más allá de verlo como un beneficio para la cinta, lo que en realidad quería hacer (como casi siempre) era lo que a él se le antojaba, a tal punto de amenazar personas con acabar su carrera.
De acuerdo con IndieWire, el señor Alpert –quien está a punto de lanzar su autobiografía, Sharing a House with the Never-Ending Man: 15 Years at Studio Ghibli– reveló que Weinstein se puso como loco cuando cuando él y Hayao Miyazaki se negó a escuchar la petición de Weinstein de recortar el tiempo de proyección de la película, cambiándola de 135 a 90 minutos.
Alpert escribe que Weinstein voló a un campo de tiro donde él se encontraba y lo amenazó diciendo: “¡Si no consigues que (Miyazaki) corte la maldita película no volverás a trabajar en esta maldita industria! ¿Me entiendes, maldito? ¡Nunca!”. Aunque esta amenaza fue bastante severa y a cualquiera le pudo parecer como algo que se debía cumplir, el ejecutivo y el director de Ghibli no se dejaron.
Miyazaki conservó los privilegios del corte final sobre sus películas, como parte del acuerdo Disney-Ghibli, por lo que Weinstein no pudo salirse con la suya y cortar –sólo porque él quería– una de las cintas más espectaculares de la animación japonesa. El cineasta le dijo a The Guardian en 2010 que Weinstein lo bombardeó con ataques agresivos para cortar la película, pero al final el mero mero de Studio Ghibli lo derrotó.
Después de 23 años de aquella historia, Harvey Weinstein está cumpliendo una sentencia de prisión por violación y acoso sexual (curiosamente su condena es por los mismos años que tiene La princesa Mononoke en nuestras vidas) y Hayao Miyazaki se encuentra trabajando en su próxima película How Do You Live? Qué vueltas da la vida, ¿no?