It: Chapter 2 pudo haber sido gloriosa, y no necesariamente superar su primera entrega, sino vivir por sí misma. Pero se quedó en un largo intento… uno bastante bueno, para ser justos, pero hasta ahí. Quizá si el cameo de Guillermo del Toro hubiera sucedido (sí, el director mexicano iba a aparecer), It hubiera adquirido un significado especial. Del Toro es el maestro moderno del horror, y Andy Muschietti tenía la idea de presentarlo en el Chapter 2 como un intendente de la escuela durante uno de los viajes al pasado de los perdedores.
La escena, grosso modo (sin spoilers porque sabemos que los niños están bien, es la siguiente: Ben, el niño obeso del Club, se encuentra en la escuela. Cuando se da cuenta que Pennywise está ahí, huye y choca con un señor de la limpieza. Asustado, el niño continúa con su huida. Guillermo del Toro habría sido ese señor y la escena habría sido más jugosa y larga (justificando tal vez las casi tres horas del filme). Pero no fue así. Las agendas nunca se pusieron de acuerdo y Muschietti tuvo que consolar al público con un sorpresivo cameo de Stephen King…
Sin revelar la escena, King aparece una vez más en una de las adaptaciones de sus libros, y su presencia tanto como sus palabras, son una broma cruel que sirve como premonición para lo que sucede al final (no el literal, sino el que se queda en las emociones de las audiencias).
Pero estamos aquí para hablar de It: Chapter 2. No para “decidir” si es una buena o mala película, sino para anticiparnos a una conversación que, cuando se estrene el 6 de septiembre, seguro se va a dar. De este modo, la vamos a dividir en puntos: elenco, narrativa, duración y tecnología.
La selección de actores es grandiosa, casi perfecta con un sobresaliente Bill Hader como Richie y James Ransone como Eddie, quienes se llevan las palmas al traducir la personalidad de los niños a una versión adulta. Son casi idénticos, y juntos en una misma escena, son espectaculares. Richie es el niño de lentes que se burlaba de la mamá de Eddie, mientras este es el niño enfermizo que vivía bajo la sombra sobreprotectora de su madre.
El resto del elenco también es fascinante dentro del desarrollo de sus personajes. James McAvoy interpreta a Bill, un escritor de Hollywood que perdió a su hermano y sigue culpándose por su desaparición y muerte en manos del payaso. Ben adelgazó y se convirtió en un hombre exitoso que no puede superar su primer amor, Beverly. La única chica del grupo, interpretada por Jessica Chastain, siguió el patrón y se casó con un hombre muy rico, pero abusivo. Stan, el chico judío, creció con sus inseguridades y con la promesa de volver a Derry. Por último, está Mike, el niño que perdió a sus padres y decidió quedarse en el pueblo como trabajador de la librería.
En It, los adultos parecen ser indiferentes a la desaparición de niños, y son incapaces de detectar cualquier señal de la presencia de Pennywise. Sin embargo, esta amnesia se debe al poder del payaso, el cual es una entidad milenaria de otra dimensión que se alimenta de los niños de Derry, específicamente de aquí. Este detalle cobra importancia 27 años después (a partir de que los niños derrotan a It), cuando Mike descubre que Pennywise ha vuelto. Así que llama a sus amigos para que vuelvan y cumplan su promesa de derrotar al payaso maldito.
Cuando regresan, ninguno recuerda qué sucedió realmente, ni siquiera tienen en mente al payaso… Entre explicaciones, descubren que cada uno debe enfrentarse a sus miedos, los que crecieron con ellos, para poder vencer a It en un extraño evento llamado el Ritual de Chüd. Y es aquí donde entra el segundo punto: la narrativa.
Muschietti acierta en presentar la forma en que cada uno, en sus nuevas realidades, recibe el llamado de Mike. Es una introducción para cada uno, para que la audiencia conozca quién es quién y en qué se han convertido. Richie, por ejemplo, es un comediante, Eddie calcula riesgos para empresas de seguros y Ben es un gran arquitecto.
Sin embargo, explota este recurso en más ocasiones, y la película en lugar de seguir con su propio ritmo, se atiene a la construcción de cada personaje con una Beverly pasiva, un Eddie nervioso o un Bill desesperado. It: Chapter 2 se podría describir en bloques en los que somos testigos del proceso (esencial para derrotar a It) que cada uno debe atravesar, y esto hace al filme un poco cansado considerando que dura dos horas con 45 minutos…
It de 2017 dura, aproximadamente, dos horas con 20. No parece “mucha” diferencia, pero en el cine sí lo es. La grandeza de la primera radica, entre tantas cosas, en cómo los niños fluyen en un mismo entorno, y aunque se separan por momentos, mantienen esa misma intensidad que no se refleja con los adultos, menos cuando Muschietti los reunió al principio para volverlos a separar la mayor parte de la película y reunirlos una vez más cuando parece que ya es demasiado tarde…
Los perdedores deben mantenerse unidos, y es la dinámica entre todos las que hace de It algo divertido. Pennywise, interpretado por Bill Skarsgard, es el que le agrega el elemento de terror. Esta podría ser la razón por la cual Muschietti se vio en la necesidad de mezclar la versión de niños y adultos, para rescatar lo entrañable de la historia. Finalmente, sabemos que los niños no mueren. Y conocemos bastante bien las circunstancias en las que enfrentaron a Pennywise 27 años antes así como sus traumas y sus miedos. ¿Por qué traerlos de regreso?
La respuesta es un poco repetitiva: porque Pennywise come niños, no adultos. Desde la primera película comprendimos la razón detrás de que el payaso siempre elija niños para matar, y es fácil y hasta cierto punto obvia: sus miedos son fáciles de representar en una imagen. Arañas, payasos, monstruos de dos cabezas con enormes colmillos, un papá abusivo, un hombre con lepra…
No es lo mismo con los adultos, cuyos miedos son intangibles y no se pueden representar en una imagen, al menos no en una terrorífica que supere los límites de lo real. ¿Cómo han de representar el desempleo, la soledad, el fracaso, el miedo a revelar la sexualidad y todas esas cosas por las que los adultos están preocupados y temen? Muschietti logra enfrentar a los adultos a sus miedos a través de monstruos, pero sobre todo de situaciones que de alguna u otra forma los llevan a eso. Y en esta parte, la película acierta completamente con ayuda de tecnología y un guión bien definido para cada uno.
La tecnología, al igual que el elenco, es lo más destacado de esta segunda entrega. El director argentino se sirvió del CGI para crear monstruos, al menos la mayoría, que podrán cumplir las expectativas de la audiencia. Pequeños insectos con partes de cuerpos, una anciana gigante, y lo mejor, una araña con cabeza humana al estilo de John Carpenter.
Gary Dauberman, quien escribió el guión de la primera (junto a Fukunaga y su temida escena de la orgía), se apegó lo más posible a la historia original de King, sobre todo con la representación de It no como un payaso, sino un ente milenario que forma parte de una dimensión desconocida, como la representación del mal. También fue demasiado fiel con la longitud y lo sustancioso de la historia. El libro de King tiene más de mil páginas en las que el escritor describe cada forma y momento de destruir a It, y la película intenta hacer lo mismo en dos películas de más de dos horas. Y ese es el mayor error, que el final parece demasiado lejano.
El chiste de Bill, un escritor consagrado que no escribe buenos finales (al menos no el de su novela más popular), es una grandiosa broma que anticipa al espectador a lo que sucede con esta película. La historia de King es tan extensa, tan compleja y con tantos elementos, que era prácticamente imposible hacerle justicia con el final. Muschietti debía entregar un final terrorífico, o dramático, o satisfactorio, o cumplidor, o divertido, o bueno para la mayoría pero, ¿cuál podría ser la respuesta correcta?