Club de Cuervos fue la primera producción original de Netflix fuera de Estados Unidos. Y no es que estemos aplaudiendo el hecho de que una empresa ajena haya tomado la decisión de invertir en la industria del entretenimiento en el país; sin embargo, es importante destacar que el éxito de esta serie mexicana, como ninguna otra producción nacional, dio paso en gran medida para que la plataforma de streaming saliera a otros países en América Latina para proponer contenidos que se salieran de los parámetros marcados por la televisión y los tratos comerciales de cada canal.
Club de Cuervos puede dividir gustos y opiniones. Hay personas que no entienden la dinámica de los personajes mientras otras disfrutan de la típica tragedia del mexicano que, al final de la historia, encuentra la solución a sus problemas. La cual, además, era más que evidente desde un principio.
Pero la otra realidad de esta serie es que dio en el clavo en cuanto al tema: futbol, y no cualquiera, sino futbol mexicano en todas sus formas. Desde la mediocridad de un equipo (que hemos visto en repetidas ocasiones en la realidad) con seguidores fieles, hasta la corrupción del sistema que ha dejado el deporte de lado para darle más importancia al negocio.
Quizá esta haya sido la clave de éxito de Club de Cuervos muy por encima de la torpeza de Chava Iglesias Jr. y la continua histeria de su hermana Isabel. Pero de una forma muy sutil, tal vez ni siquiera intencional, la serie también destapó en sus cuatro temporadas, las distintas realidades sociales y políticas de un México que casi siempre se ve reflejado en el futbol.
Chava, como dijo el actor Luis Gerardo Méndez, es un “pendejo con iniciativa” que nunca mide las consecuencias de sus actos mientras Isabel es una mujer que se mantiene a la defensiva en un mundo liderado por hombres y bajo la sombra de su padre.
Volvemos a lo mismo. Tal vez la serie no sea del gusto total de las audiencias o existan desacuerdos en cuanto al desarrollo de la historia y algunos personajes, pero si algo supieron hacer los creadores, es marcar una evolución en los personajes principales, sobre todo en Isabel, quien pasó de la frustración constante y las humillaciones en un “negocio” machista, a la liberación total de su personalidad que propone, de forma directa, la llegada de mujeres a puestos directivos en el futbol mexicano.
Y aquí es donde radica una parte de la importancia de esta cuarta y última temporada: en el papel de Isabel y en la conversación que pone en la mesa en cuanto al lugar de las mujeres en la industria del deporte y en todas. Sí, se sube un tren que ya lleva un camino recorrido, pero lo hace aquí bajo las circunstancias que rodean a la mujer mexicana y el deporte.
Hace apenas un año, en el primer semestre de 2018, fue que decidieron darle forma y difusión a la Liga MX Femenil del futbol mexicano. Con un tema tan “delicado”, de ambas partes lamentablemente, las controversias no se hicieron esperar en cuanto a oportunidades e incluso salarios. Y esto es lo que vemos, porque por dentro, en el lugar de una Isabel, las cosas no han de ser más fáciles.
Sin embargo, y como se dejó entendido en la entrevista del elenco de Club de Cuervos con sopitas.com, se hizo la propuesta con una serie de comedia y la conversación ya está ahí.
Ahora bien. Como mencionamos, resulta complicado entender la dinámica entre algunos personajes, principalmente la continua disputa de los hermanos Iglesias por ser presidentes de los Cuervos.
Desde el primer capítulo de la primera entrega, entendimos que esa sería la esencia de la serie: no se pueden poner de acuerdo con consecuencias igual de ridículas que las razones por las cuales se niegan entre ellos.
Pero al mismo tiempo, los espectadores comprendimos que la solución a todos sus problemas, tanto personales como administrativos, era mantenerse unidos y trabajar en equipo. ¿Y acaso esto no representa la dinámica de los mexicanos frente a las crisis sociales y políticas?
Un año antes de las elecciones presidenciales en México, el país se enfrentó a una tragedia con el sismo del 19 de septiembre. Las personas salieron a las calles a apoyar con lo que se pudiera o estuviera a su alcance. La ayuda fue tan excesiva, que incluso sobre.
Sin embargo, unos meses después, y con el tema tocando todavía algunos puntos sensibles, el país se dividió con la elección de un presidente. Y al que antes se le brindó ayuda, se convirtió en un individuo ajeno. Todo esto sin comprender que el país tiene distintas realidades, tan distintas como la personalidad basada en la experiencia de dos individuos.
Esta podría ser, para aquellos que siguieron Club de Cuervos desde 2015, la lección de una serie de comedia que desde la ridícula ficción y las pocas probabilidades de unos personajes reales así (porque Made in Mexico no fue real, ¿cierto?), nos mostró un pedazo de lo que hemos llegado a ser como sociedad…