Wim Wenders es uno de los directores más importantes de la actualidad. Su trabajo como cineasta y fotógrafo lo ha llevado a convertirse en uno de los creadores más aclamados por las cero contradicciones a través de su cine y en cada uno de los aspectos que lo componen. Es decir, sus películas reflejan lo que piensa, dice y hace como director.
Su carrera comenzó en la década de las 70 y su cima la alcanzó a principios de la década de los 90. Después de ahí, de un ¡Tan lejos, tan cerca!, las cosas fueron cambiando junto a su fiel audiencia que se enamoró de su versatilidad y delicadeza con filmes como Alicia en las ciudades y Paris-Texas con 10 años de diferencia entre cada una. Sin embargo, Wenders demostró que si la ficción ya no daba para no contradecirse, entonces estaba el cine documental.
Y de aquí salieron los mejores documentales que cerraron el siglo pasado y le dieron la pauta a los parámetros a seguir del nuevo milenio en las producciones que exploran las bellas artes como su trabajo con Buena Vista Social Club en el 99, Pina en 2011 sobre la coreógrafa clave en el mundo contemporáneo y La sal de la tierra en 2014 en el cual se presenta el trabajo fotográfico del brasileño Sebastião Salgado en su recorrido por la decadencia del mundo y su búsqueda de belleza en esos mismos espacios.
Este último documental, tanto el tema como el trabajo de Wenders, son fundamentales para comprender su última exposición titulada Instant Stories. Wim Wenders’ Polaroids, la cual reúne un total de 240 polaroids del director que dejan ver sus obsesiones, su influencia y una posible explicación a su narrativa única.
Durante una entrevista con la BBC, el cineasta alemán habló sobre la fotografía en los tiempos de los dispositivos móviles al decir que está más activa que nunca, pero tampoco nunca había estado más “muerta”. “El problema con las fotografías de iPhone es que nadie las ve. Incluso la gente que las toma, no la ven”, comentó Wenders.
¿La razón? No generan nada, no trascienden porque son efímeras. Ahora bien. Actualmente, todo mundo tiene la capacidad, con un dispositivo móvil que tenga una cámara decente y con ayuda de algunas aplicaciones, de sacar fotografías impresionantes y adornadas de forma que la primera imagen, se pierda; sin embargo, esto no significa que la creatividad de los usuarios esté en su máximo nivel, sino todo lo contrario: “Con base en mi experiencia sé que entre menos tienes, más creativo debes ser. Tal vez no es una señal de creatividad el hecho de que puedas convertir una fotografía en su misma oposición”.
¿Y qué hay de las selfies? “Me tomo selfies, por supuesto, pero al final no es una fotografía. Mirarse al espejo no es un acto fotográfico”. La fotografía fue creada con el objetivo de darle un testimonio a la historia de la humanidad más real y fiel que el de la pintura, así que la manipulación de las imágenes se aleja, al menos para el director, del primer objetivo de este arte.