El luto vuelve a ceñirse sobre el cine mexicano con la pérdida de uno de los más representativos actores de la gran pantalla nacional: Mario Almada ha muerto a los 94 años en Cuernavaca.
Así, es. Ese mismo Mario Almada que se lucía con su inseparable sombrero, su pinta de hombre curtido y rudo, el bigote de todas-mías… ese Mario Almada acaba de partir.
Es el mismo Mario Almada que estelarizó más de 400 producciones y que encontró en el cine de serie B mexicano un nicho que le permitió convertirse en un actor de culto.
Mario Almada Otero nació en Huatabampo, Sonora, el 7 de enero de 1922. Durante su amplia trayectoria, de más de 7 décadas, se caracterizó por interpretar a justicieros y pistoleros de armas tomar, hombres rudos y sin miedo a nada… ni a la muerte misma.
Algunos lo llamaban el Chuck Norris mexicano… otros decían que Chuck Norris sólo podía temerle a Mario Almada. Y cómo no, si era la estrella de películas como ‘La Banda del Carro Rojo’, ‘La Zona del Silencio’, ‘Asalto en Tijuana’ y un largo (pero de verdad largo) etcétera. Muchos tienen una especial favorita y se vale compartirla en los comentarios, ¿qué no?
Interpretó rancheros, taxistas, matones, curas, jornaleros, inmigrantes, hacendados, policías… pero nunca a un cobarde. Hasta en silla de ruedas tiraba balazos.
Es uno de esos actores que muchos nos topamos en las madrugadas en los canales donde el cine mexicano tiene cabida. El justiciero –el caradura– fue el personaje por excelencia de Almada y sus historias (plagadas de acción y venganza) son un referente para los amantes del cine de acción hecho en México.
Según reporta El Universal, Mario Almada será cremado y su familia celebrará una misa en su honor en Cuernavaca, Morelos.
¿Había malos diálogos en sus películas? Tal vez sí.
¿Tenían tramas inverosímiles y muchos plot-holes? Seguramente.
¿Estaban llenas de palabrotas y damitas no tan decentes? ¡Por supuesto!
¡Pero qué importaba! Mario Almada era el macho alfa lomo plateado más imborrable del cine mexicano. Y eso ni Rambo lo puede negar.
Descanse en paz, don Mario.