Si la década de los 60 marcó la pauta para todos los filmes de ciencia ficción, los 70 fueron los que sentaron las bases para el género de terror en todas sus vertientes. Durante esta época, bajo la influencia de grandes directores como Alfred Hitchcock con Psicosis en 1960, Roman Polanski con Rosemary’s Baby y George A. Romero con La noche de los muertos vivientes, ambas en el 68, comenzó una ola de cintas cuyos protagonistas eran la sangre y los muertos, ya sea vivientes o como entidades sobrenaturales.

Estos nuevos filmes de terror representaron de alguna manera –considerando que Hollywood seguía siendo la meca del cine a nivel mundial– la moral decaída de una sociedad que venía de una guerra fallida y sin sentido en un país lejano, la muerte del símbolo de liberación y la fomentación y/o lucha de la libertad a través de la justicia, así como el resurgimiento mediático del feminismo auspiciado por la revolución sexual, que a su vez fue estimulada por una experimentación con drogas. Todo esto como consecuencia de los grandes cambios culturales del siglo XX.

Cada una de estas características influyó de manera (in)directa en la enorme cantidad de producciones de terror que sin importar la historia, abordaban temas íntimamente relacionados con la muerte, la sangre, erotismo y sensualidad, y sobre todo, la desesperación –por no decir locura– del hombre a un nivel individual y colectivo.

Con esto, llegaron en los 70 filmes como Don’t Look Now de Nicolas Roeg, The Wicker Man de Robin Hardy y El exorcista de William Friedkin, las tres en 1973 junto a títulos mucho más comerciales y diversos como Jaws (1975) de Steven Spielberg, Carrie de Brian de Palma y El quimérico inquilino de Polanski en el 76, Eraserhead de David Lynch y Suspiria de Dario Argento de 1977, Halloween en el 78 de John Carpenter y por último, para abrir con broche de oro la década de los 80: la producción de The Shining bajo el lente de Stanley Kubrick.

Ninguna de estas películas, incluida la “adaptación” de la novela de Stephen King hecha por Kubrick y Diane Johnson, tienen algo en común. Mientras unas utilizan la figura de los monstruos y fenómenos sobrenaturales relacionados a la religión o la creencia de una vida más allá de la muerte física del cuerpo, otras optaron por el cine slasher llevado por un lado más real del terror con figuras de asesinos seriales, personajes que caen en la locura y los escenarios industrializados que conducen, como mencionamos, a la desesperación personal y social.

Cada uno tiene su punto de partida, que gracias a la forma en la que fueron abordados, se han convertido en clásicos de culto para las generaciones actuales de directores que respaldan su miedo con las nuevas tecnologías; sin embargo, si uno se puso en la cima por su calidad fue The Shining. ¿La razón? Más allá de la técnica de Kubrick, su conocido estilo visual y la reputación que lo precedía en la época con tres de los filmes más grandes de la historia del cine, se encuentra la capacidad del director de jugar con las emociones de los espectadores al presentar diversos tipos de miedo en una misma historia. En otras palabras, sabemos que El exorcista es la película de terror más grande de todos los tiempos, hasta su taquilla lo dice porque aborda directamente  el tema religioso y todo el misterio y morbo que gira alrededor de él. Pero en The Shining, hay más de un miedo… y eso es lo que ha hecho tan grande y trascendente esta cinta.

En 1977, Stephen King publicó The Shining, y como costumbre del autor, la novela se convirtió en un best seller considerado por muchos como una de las mejores novelas de terror de su época. Así que parecía no estar de más que Kubrick, conocido por sus adaptaciones cinematográficas, se adueñara de este libro y lo tradujera a una experiencia visual. Ya había sucedido con mucho éxito con Lolita de la novela homónima de Vladimir Nabokov, 2001: A Space Odyssey del cuento El centinela de Arthur C. Clarke, A Clockwork Orange de Anthony Burgess o Barry Lyndon de William Makepeace Thackeray.

Jack Torrance, interpretado por Jack Nicholson, lucha contra el alcoholismo y su ira.

Sin embargo, de una forma u otra, y poniendo a Kubrick y Johnson como responsables, la adaptación terminó siendo una “farsa” y King desde entonces ha criticado la película por no apegarse en casi nada a los elementos clave de la novela. Sin embargo, esta contradicción en las historias, dio paso a un filme que vacila entre el miedo y la percepción de las personas. Es decir, con lo que es conocido para nosotros como terrorífico y con lo que realmente puede ser y suceder.

En la novela The Shining, Wendy Torrance es una mujer fuerte y empoderada; Tony es más que un dedo, se trata del Danny del futuro que habla con el niño a través de sus poderes shining para advertirle de los peligros del hotel y su papá; Jack utiliza un mazo no un hacha para intentar asesinar a su familia; la habitación de la mujer muerta es 217, no 237; Dick Hallorann no muere, incluso aparece en la secuela titulada Doctor Sleep; o bien, Jack muere pero no sin antes decirle a Danny que lo ama, que puede escapar con su mamá para finalmente destruir el Overlook Hotel que está “vivo” y maldito esperando a su siguiente Jack Torrance.

En resumen, The Shining de Kubrick sólo tomó como referencia los elementos más superficiales de la novela para contar su propia historia. Si el cineasta hubiera sido fiel a cada una de las partes que conforman la novela, nada habría sido tan espectacular como lo es en el filme: desde la percepción del tiempo, la importancia de la escenografía, hasta la iluminación. Cada uno de ellos juega un papel importante para que el filme se convirtiera, como dicen muchos especialista, en la película de terror más importante e influyente del cine moderno, lo que nos hace volver al punto de partida: hay más de un miedo en la misma historia.

Para empezar, el tiempo y la división de la película es importante. Kubrick dividió la historia en 10 segmentos distintos que van de los universal a lo particular. Todo empieza con las partes trascendentes como la entrevista de Jack en el Overlook, el día que la familia llega al hotel, la cuenta regresiva de un mes para dar paso a la historia contada con diferencia de un día. Por eso, mientras más se acerca al final, la historia se cuenta con horas de diferencia. Esto influye directamente en la psicología del espectador sobre todo porque desde un principio, cuando en la entrevista le dicen al protagonista que hubo un caso previo en que el guardián del hotel, Delbert Grady, asesinó a su esposa e hijas con un hacha. Así que la percepción del tiempo y la anticipación del final conforme se acerca la hora, es cada vez peor para las audiencias.

Tony no es un amigo imaginario, sino se trata del Danny del futuro que quiere advertir al niño de lo que va a suceder a través de sus poderes ‘shining’.

Pero el tiempo es sólo parte de un mundo imaginado visualmente por Kubrick más grande. La luz también determina el limbo en el que se encuentra el espectador. Hay un miedo casi patológico hacia la oscuridad que no sólo está presente en los niños, sino también en adultos. De acuerdo con algunos estudiosos, se trata de una memoria reptiliana asociada con los hombres de las cavernas que en medio de la oscuridad, se convertían en presas fáciles para los depredadores. Por eso el miedo tan instintivo a la ausencia de luz, a lo cual apelan muchas producciones de terror.

Pero en The Shining las cosas no son así. Siempre hay luz. Las apariciones de las gemelas en el pasillo y la sala de juegos no se dan en la oscuridad, tampoco la presencia de una mujer en un cuarto del hotel ni el acecho de Jack hacia Wendy mientras ella sostiene un bate de béisbol ni en el baño de su cuarto, ni siquiera en el laberinto –otro de los elementos que no estaban presentes en la novela– que es, quizá, la escena más oscura de todas. Esta presencia de luz, no le permite al espectador saber, o al menos imaginar, cuándo va a suceder algo. La música podría ser el único aliado, pero tampoco es de fiarse.

Luego, está la trama original creada por Kubrick y Johnson en la que muchos análisis de la película han señalado la obsesión del director con los osos y su “evidente” simbolismo hacia el abuso sexual por parte de Jack con Danny. La prueba más evidente es la extraña escena en la que un hombre vestido con una botarga de oso, está dando sexo oral a otro; sin embargo, no es la única y hay un par de cuadros en el hotel con la figura del animal, incluso una almohada de oso que revela este detalle. Lo cual lleva directamente al punto de terror más alto de la cinta: The Shining resulta espeluznante por la ansiedad que produce no saber de dónde viene el temor.

Algunos análisis dicen que esta escena y la referencia a los osos, simbolizan abuso sexual.

¿De dónde viene el horror?, ¿del que no comprendemos, del que está más allá de nuestros sentidos o de lo que realmente puede suceder, del hecho de que un hombre sea capaz de matar a su familia de forma violenta? Sin despreciar el valor del trabajo de King, el cual recibió una adaptación totalmente fiel en 1997, el autor se perdió la clave de nuestro mayor miedo. Mientras King quiere asustar a los lectores con la historia de un hotel que es capaz de cobrar vida para hacer daño, Kubrick no se deja llevar por el miedo a lo sobrenatural, sino dirige todo su filme hacia la incertidumbre de un espacio aislado y cómo el personaje principal –por diversas razones que nunca son claras– enloquece y se propone asesinar a su hijo y esposa.

El cineasta juega con las emociones de las personas ya sea con un diálogo o una toma sin que seamos conscientes de ello. Por eso, al principio nos da la soledad del hotel, el silencio de un lugar como el Overlook, para luego dar paso al miedo real, del que viene de nuestra imaginación con nombre y forma.

No podemos olvidar tampoco la obstinación ya conocida de Stanley Kubrick con la perfección y cada uno de los detalles. Si la película da miedo es porque el director se encargó de que la misma producción fuera “horrible”. Shelley Duvall, quien dio vida a Wendy Torrance, habló en varias ocasiones del infierno que fue para ella filmar la película con un director que la molestaba todo el tiempo e incluso la hizo repetir 127 veces una misma escena para que quedara en el punto en que provocara ansiedad y desesperación verla: la parte en la que Jack revela su estado siguiendo a Wendy mientras ella sostiene un bate de béisbol.

En realidad, la historia detrás de The Shining no es tan compleja. Finalmente, es una película que actúa directamente en los instintos más básicos de las personas, instintos animales que nunca han necesitado mayor explicación que la vida misma y la capacidad de los seres humanos para sobrevivir. Tan simple como alguna vez el mismo Kubrick describió la película: “It’s just the story of one man’s family quietly going insane together”.

Todo lo que no sabías que necesitas saber lo encuentras en Sopitas.com

En 2017 entré a Sopitas.com donde soy Coordinadora de SopitasFM. Escribo de música y me toca ir a conciertos y festivales. Pero lo que más me gusta es hablar y recomendar series y películas de todos...

Comentarios