El escritor Jorge Luis Borges ocupa un puesto excepcional en la historia de la literatura, sus relatos breves, su imaginación medio retorcida y riqueza de sus textos, nos traslada a lugares únicos este genio que nunca ganó el Premio Nobel (aunque no lo crean).
Algunas ficciones de Borges rayan en lo fumado, su mundo narrativo proviene de la lectura de los libros (no le tengan miedo al papel millennials), argumentos bellamente construidos y simétricos, y a la destreza que tenía para imaginar mundos que pocos.
Borges fue un escritor que, cuando lo lees, estimula la imaginación y juega con tu mente. A 118 años de su nacimiento, te mostramos otro lado del escritor, el ser inspiración de directores de cine.
Días de odio (Leopoldo Torres, 1954)
Basada en el cuento Emma Zunz del libro El Aleph, el filme retrata la venganza de una chica que perdió a su padre por un suicidio y pasa un sinfín de aventuras. El director quería un cortometraje de
25 minutos pero terminó con una versión más larga.
El hombre de la esquina rosada (René Múgica, 1962)
Otro cuento adaptado para obras de teatro, películas y obras musicales. Una joya que narra la reencarnación de un hombre que piensa vengarse de todas las calamidades que hubo en su vida. El filme fue avalado por el mismo Borges tras verla varias veces.
La estrategia de la araña (Bernardo Bertolucci, 1970)
El director italiano se inspiró en el cuento Tema del Traidor y del Héroe, historia de Athos Magnani que pretende revelar su muerte a través de un drama de 100 intensos minutos. ¡Recomendamos palomitas y una chela para disfrutarla!
Guerreros y cautivas (Edgardo Cozarinsky, 1990)
Retomada del cuento Historia del guerrero y la cautiva, es una epopeya que narra la manchadez de un coronel sobre una indígena en la Patagonia
El sur (Carlos Saura, 1992)
La película fue hecha con un relato casi autobiográfico del autor. Recrea a Uan Dahlmann, un personaje que es herido con un libro y su mente comienza a jugar con la del espectador. Si te causan conflicto los filmes perturbadores, no veas este.
Por: Emmanuel Gutiérrez
