Hace 10 años comenzaron a circular algunos anuncios o teasers televisivos de una nueva serie llamada Breaking Bad, con todo y un arte demasiado bueno y creativo, en la que se presentaría a un maestro de secundaria frustrado diagnosticado con cáncer que también trabaja en un auto lavado. ¿Qué sucedería con su familia en caso de que él muera al no poder pagar su tratamiento? Acto seguido: decide convertirse en un cocinero y vendedor de drogas “hechas en casa”. Tal cual.
Fue así como poco a poco, ante una idea que parecía descabellada, y más con la salida en el protagónico de Bryan Cranston (el papá de Malcolm), pero natural y humana, Breaking Bad se convirtió en una de las series más aclamadas, aplaudidas, vistas y mejor criticadas en la historia de la televisión en un momento en que las plataformas de streaming con sus producciones originales (es decir, la libertad) aún no llegaba.
Entonces, ¿qué fue lo que convirtió a un simple episodio piloto en algo tan grande? La respuesta, por más tonta que parezca, es todo. Empezando con la trama que recorre un principio humano y termina en lo mismo: empieza con amor y termina con poder. Algo hasta cierto punto humano. ¿Qué tan inmoral es hacer todo lo posible por dejar bien a mi familia, una esposa embarazada y un hijo discapacitado, antes de morir?
El otro elemento son los personajes que estuvieron desde el principio y los que fueron nutriendo la historia. Uno de esos es, sin duda, Saul Goodman, Mike Ehrmantraut y Gustavo Fring. A esto se le suman las actuaciones ideales de cada uno para llevar una historia por cinco temporadas exactas que no cansaron nunca a la audiencia, no la convirtieron en una fantasía en la que el antihéroe se sale con la suya siempre (porque como siempre, la realidad y más en el mundo del narcotráfico, es mucho peor) y, lo más importante, hacía que sintiéramos cierto cariño u odio por ciertos personajes.
¿Quién no sintió lástima o piedad por Jesse Pinkman, un drogadicto influenciado por alguien más inteligente y responsable que él?; ¿quién no se rió con los comentarios irónicos sin intención de Saul?; ¿quién no pensó que la muerte de Mike era injusta y tonta? Y al final, todos ellos eran criminales…
Sin embargo, nada se compara al odio que la audiencia comenzó a sentir hacia Skyler White, un papel que hizo que Anna Gunn se llevara un par de Emmys a casa. Nada. El odio llegó a tal grado, que tuvo que escribir una editorial en The New York Times para explicar su personaje y, de esta manera, las amenazas en su contra terminaran. Pero, ¿de dónde tanto odio? De una mujer que tomó la decisión, asustada y con dos hijos, de no apoyar a su esposo pero sí aprovecharse de las circunstancias.
Así fue como Skyler, una Carmela Soprano incomprendida y del nuevo milenio, hizo que Breaking Bad, desde su trinchera, fuera gloriosa.
Ahora que han estado saliendo tantos y tantos remakes de series mucho más viejas que Breaking Bad como The Office o Will & Grace; o bien, los famosos y bien aprovechados spin offs como los que saldrán después de la última temporada de House of Cards, la idea de otro de Breaking Bad (Better Call Saul) con Skyler en el papel principal (como saldrá el de Claire Underwood), no parece una mala idea, ¿o sí?
Mientras tanto, quedamos a la espera de la película de ‘El Camino’: