En medio del proceso del cambio de nombre, los Washington Redskins abren un nuevo capítulo extradeportivo, después de que 15 mujeres extrabajadoras del equipo de la NFL denunciaran casos de acoso sexual y abusos verbales.
The Washington Post publicó un informe en el que detalla que los casos de las 15 mujeres son miembros cercanos al dueño de la franquicia, Daniel Snyder. Asimismo, la publicación indica que tras presentar el equipo parte de los hallazgos, al menos tres personas renunciaron a sus cargos súbitamente.
Estas tres personas son Larry Michael, quien trabajaba para la radio del equipo, así como Alex Santos, uno de los directores de la franquicia, y Richard Mann II, director asistente.
Los acosos y abusos verbales habrían ocurrido entre 2006 y 2019. La publicación indica que las mujeres “lloraron al darse cuenta de que su trabajo soñado de trabajar en la NFL se produjo con lo que se caracteriza como acoso sexual implacable y abuso verbal que fue ignorado y, en algunos casos, tolerado por ejecutivos del equipo”, indica.
El testimonio
El artículo inicia con uno de los casos, el de Emily Applegate, quien se reunía con una compañera en el baño, durante sus descansos, y lloraban al padecer el mismo caso a partir de 2014. Emily explicó que en algún momento el exjefe de operaciones la obligó a usar un determinado vestido ajustado para una reunión.
El diario estadounidense indica que las mujeres eran obligadas a usar prendas reveladoras, además de coquetear con los clientes para concretar acuerdos comerciales.
Las quejas y acusaciones ante superiores fueron ignoradas. “Fue la experiencia más miserable de mi vida y todos lo toleramos porque nos recordaron esto: hay mil personas por ahí que tomarían nuestro trabajo en un santiamén”, compartió Emily, quien renunció a los Washington Redskins como coordinara de marketing en 2015.
Las acusaciones no señalan directamente al actual dueño de la franquicia, Daniel Snyder, ni al antiguo Gerente General, Bruce Allen, sin embargo, el escándalo podría obligar al actual dueño a encontrar un nuevo propietario.
“Asumiría que Bruce lo sabía porque se sentó a unos nueve metros de distancia de mí… y me vio sollozando en mi escritorio varias veces cada semana”, detalló Emily.