Podrá caernos mal, podremos decir que es de los hombres más despreciables del futbol mexicano, podremos odias sus “ridículos” festejos, pero Tomás Boy es ese hombre que le hacía falta al Cruz Azul, ese que lo pone todo desde la banca para reflejarlo en la cancha.

Es fácil criticar cuando no se tiene un solo título, cuando la única final disputada fue en el Clausura 2011 con Morelia, pero la realidad es que el Jefe es más que eso, es el que hoy tiene a la Máquina con 14 juegos sin conocer la derrota y con muchas posibilidades de campeonar.

Poco a poco los cementeros toman entre sus manos una ilusión, el equipo es diferente, juegan mejor, se han convertido en un equipo netamente ofensivo, quien hoy está en la tercera plaza de goleo en la Liga MX.

De no existir el Chaco Giménez, un jugador atrevido y que deja todo por el club, pocos o nadie lo harían. Hoy ha llegado Boy para darle ese toque de fuerza, de carisma, de pasión a un equipo que la ha perdido, que vio cómo su posibilidad más cercana de campeonar se quedó en las manos de Moisés Muñoz.

No se busca a un hombre violento, a un hombre que demuestre su valentía a la mala, pero sí uno que les deje ver a sus pupilos lo que se debe hacer, para muestra el juego contra el Atlas de la Jornada 11, en donde Tomás aseguró que había sido un partido “sencillo” de una manera bastante sarcástica.

Gustavo Costas se burló del papel que hizo el Atlas en la pasada Copa Libertadores, por lo que el Jefe sacó las garras para a su vez aminorar lo hecho por los Rojiblancos en el partido que perdieron en el Jalisco con dos goles en su contra.

Tendremos que esperar que Tomás Boy no se trague sus palabras, porque por lo menos en lo que va del torneo ha demostrado que (ahora sí) los Celestes están para grandes cosas, que con los pantalones bien puestos pueden llegar al tan ansiado título.

***Fotos Mexsport

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