Michael Jordan fue un hombre multifacético incluso en su vida deportiva, según hemos visto en ‘The Last Dance‘, pues tras un corto retiro en 1993, decidió cumplir su sueño de jugar en las grandes ligas pero en el beisbol no triunfó como se esperaba, pues todos querían que fuera la superestrella que era en la NBA pero en el ‘diamante’; eso no pasó, lo atacaron con todo, incluso sufrió una traición y lo calificaron como un ‘fracasado’.
Tras conseguir tres títulos consecutivos dentro de la NBA con los Chicago Bulls, Michael Jordan decidió salirse de la rutina y anunció su ‘retiro’… que no duraría mucho. Dio el paso a ser beisbolista ya que su padre, James Jordan, siempre soñó con verlo jugar en las grandes ligas.
Jerry Reinsdorf, dueño de los Chicago Bulls, en aquel entonces también comandaba a los White Sox, por lo que decidió ‘contratar’ a Michael Jordan para que jugara en el ‘diamante’, pagando su contrato anual de 3 millones de dólares y convirtiéndolo en la estrella del equipo… aunque sólo de nombre.
Michael Jordan pasó por un proceso muy cansado de adaptación y es que la forma de entrenar no era para nada igual a lo que hacía con los Chicago Bulls, por lo que aunque era un gran aficionado del beisbol, jugarlo no era lo mismo.
Comenzó su etapa con los White Sox donde rara ve tenía un partido ‘decente’. No bateaba imparables, tenía uno que otro turno al bat, los aficionados esperaban que los guiara a un título dentro de las grandes ligas y como no pudo lograrlo, llegaron los ataques por parte de la prensa.
Que si había cometido un error al jugar beisbol, que estaba acabado, que no era la superestrella que todos creían y demás, eran los comentarios que Michael Jordan recibía pero sin duda alguna el golpe más bajo y que más le dolió fue la portada de Sports Illustrated, pues ese ataque el mismo MJ lo consideró como una traición.
Jordan y otros personajes salieron a dar la cara pidiendo algo de tiempo, pues el cambio de deporte no era nada fácil aunque la gente sólo quería una cosa: resultados
La competitividad de Michael Jordan lo llevó a entrenar día y noche para que lo dejaran de llamar fracasado. Comenzó a batear mucho mejor, se volvía cada vez más recurrente al bat, su potencia incrementó y llegó a tener un promedio de bateo de .202, cifra que los jóvenes no alcanzaban y que uno que otro profesional deseaba obtener.
Michael Jordan no se fue como una leyenda de los White Sox, quizá a penas alcanzó a ser un ídolo pero su etapa fue ‘buena’ aunque corta. Con un poco más de constancia pudo ser uno de los mejores pero la vida lo puso de vuelta en los Chicago Bulls para tener una nueva etapa. Fue ahí donde en un comunicado de prensa anunció su regreso: “I’m Back”, historia que contaremos en otra ocasión.