Como si fuera un efecto dominó, los récords caen uno a uno en el programa de atletismo de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, de modo que apunta para ser la edición con más marcas desde Montreal 1976, cuando se impusieron nueve.
Hasta la actividad del 4 de agosto, Tokio 2020 registraban tres nuevos récords mundiales y sobre la pista de atletismo del Estadio Olímpico de Tokio, de los cuales destaca el del noruego Karsten Warholm, quien destrozó los registro en los 400 metros con vallas.
Cruzó la meta en 45.94 segundos y se convirtió en el primer hombre en bajar los tiempos de los 46 segundos, de modo que ha sido blanco de críticas por usar un súper calzado que le daría más ventaja sobre cualquier otro contrincante.
¿Atletas imponen récords con zapatillas superligeras?
Usain Bolt ya había dado pistas sobre la evolución de las zapatillas que ayudarían a los atletas a bajar los récords, mientras que críticos llamaron a este fenómenos como “dopaje mecánico”.
Karsten Warholm compite con un par de zapatillas de una firma alemana y son superligeras. Cuentan con una placa rígida y espuma “que da una sensación de propulsión a cada paso”, publicó la BBC, sin embargo, el noruego se defendió al señalar que Rai Benjamin y quien fue el siguiente en llegar a la meta, también estuvo cerca de bajar el tiempo de los 46 segundos con una tecnología en el calzado similar.
Elaine Thompson-Herah, la nueva reina de la velocidad de Jamaica, impuso un nuevo récord en los 100 metros planos (chécalo por aquí) con calzado de una firma estadounidense, la misma que patrocina a Rai Benjamin y el cual fue el primero en ser señalado como “dopaje mecánico”.
Sydney McLaughlin impuso récord en los 400 metros con vallas femenil y no usa la misma marca que Warholm y Thompson-Herah. Ella usa un calzado de otra firma estadounidense, lo cual echa abajo la teoría de que los récords sean hijos de las súper zapatillas.
La pista de Tokio, con efecto trampolín
Si bien la teoría de las súper zapatillas no aclara el panorama, la pista de atletismo podría ayudar a entender mejor, pues la pista contiene gránulos de goma de 14 milímetros.
A esto hay que sumarle una capa inferior con un diseño hexagonal que deja “bolsas de aire”, los cuales no sólo diminuye el impacto, sino que provoca un efecto de impulso, como si fuera un trampolín.
Andrea Vallauri, diseñador de pistas, describe este fenómeno como “un efecto de trampolín”, pues absorbe el impacto y permite el retorno de energía.
De esta manera, la tecnología de las superzapatillas de las diversas marcas deportivas, se combinan con la tecnología de la pista de atletismo. En conjunto, estos dos factores se combinan con el talento y la destreza de los atletas.
“Warholm está corriendo rápido, pero siempre hemos sabido que corre rápido y probablemente corre un poco más rápido en esta pista”, explicó Sebastian Coe, presidente de la Federación Mundial de Atletismo.
Karsten Warholm, el vallista que cambió su dieta para poder correr la máximo nivel en Tokio 2020
