Para nadie es un secreto que el futbol femenil enfrenta una brecha enorme en cuanto a recursos y apoyo para su desarollo. Tampoco es un secreto que en África, gran parte de la población enfrenta carencias y rezago en diferentes ámbitos. ¿Qué pasa entonces cuando hablamos de futbol femenil en África? Pues en concreto, una lucha por existir.
No hablamos de todo el continente africano con lo anterior, pero sí en general. Varios países de África le han puesto entusiasmo al desarrollo del balompié femenino sin embargo, en algunos no pueden ni tocar un balón.
De eso es justo de lo que queremos hablar: el contraste en el desarollo del futbol femenil en África. Mientras algunos países pueden armar selecciones muy competitivas, en otros aún está casi prohibido que las mujeres practiquen futbol.
Para ser más precisos: ni siquiera podemos hablar de futbol femenil en África, pues sólo algunos países tienen o apoyan al futbol femenil, lo cual es muy distinto. En pleno 2023 el futbol femenil en el continente africano aún lucha por existir.
Futbol femenil en África: Un lento crecimiento pese al paso de los años
Empecemos por hablar de los más recientes antecedentes para dimensionar el poco desarollo del futbol femenil en África. Para el Mundial femenino de 2019, sólo 8 selecciones participaron en la Copa Africana de Naciones un año antes. Dicho torneo sirvió como premundial.
Esas ocho disputaron el torneo tras una etapa de clasificación donde participaron 24 selecciones, aunque en realidad podían hacerlo 53 escuadras al estar afiliadas a la FIFA. En otras palabras, 29 selecciones prefirieron no participar.
Para la Copa Africana de 2022, que también sirvió como premundial para el Mundial Femenil 2023, aumentó el número de selecciones participantes: de 8 pasaron a ser 12. Sólo 4 lugares más.
Durante las eliminatorias para el torneo se presentaron varias goleadas de escándalo por la enorme brecha de nivel y distintos enfrentamientos se cancelaron porque algunas selecciones fueron descalificadas, no se presentaron o se retiraron de la competencia antes de los partidos. Este tipo de situaciones también sucedían en el futbol varonil… hace poco más de 50 años, mínimo.
Las pocas selecciones competitivas de África
Pero como decíamos, algunas selecciones sí le dan importancia al desarollo del futbol femenil, al grado de presentarse dignamente en un Mundial Femenil. Camerún y Nigeria calificaron a octavos de final en Francia 2019 (2 de las 3 participantes), por ejemplo.
Nigeria, de hecho, es considerada una potencia en África como sucede en futbol varonil. Ha estado en todos los mundiales femeniles y suelen tener buenas actuaciones en mundiales de categorías menores (Sub-17 y Sub-20). Fueron semifinalistas del último Mundial Femenil Sub-17.
Para la Copa del Mundo de 2023 calificaron 4 selecciones: Zambia, Marruecos, Nigeria y Sudáfrica. Y es aquí donde vamos a hablar de un caso de desarrollo positivo en el futbol femenil de África: Las Leonas del Atlas.
El caso de Marruecos, un ejemplo de que sí funciona comprometerse con el futbol femenil
Las marroquís son justo un ejemplo de superación y desarollo reciente; debutarán en un Mundial Femenil. Eso se debe en gran parte al compromiso de su federacion y autoridades por darles los recursos necesarios.
Quedaron subcampeonas de la Copa Africana de Naciones 2022, torneo que se jugó en su país. 50 mil personas entraron al Estadio Moulay Abdallah de Rabat para la final, un récord histórico de asistencia para un partido de futbol femenil en Africa, según retoma el portal Atalayar.
Ese gran resultado en la Copa Africana de Naciones no surgió de la nada. Inversión en sus ligas regionales, la contratación de entrenadores provenientes de Europa y la creación de la Liga Nacional de Fútbol Femenino (LNFF) en 2019, son sólo algunos de esos pasos dados por Marruecos.
Tal como pasó con la creación de la Liga MX Femenil en México, la Real Federación de Futbol de Marruecos llevó a los clubes de la liga varonil a crear su rama femenina. La RFFM asumió desde entonces los salarios de las futbolistas y el cuerpo técnico.
En pocas palabras, Marruecos es hoy en día subcampeón de futbol femenil en África gracias a la inversión, profesionalización y desarrollo de sus jugadoras. No hay varita mágica ni hilo negro, todos los países saben qué hacer para desarrollar el futbol femenino, pero aún se niegan a hacerlo.
Tabú y restricciones para las mujeres, un fuerte obstáculo para el futbol femenil en África
Lamentablemente cuando hablamos de África, decir que algunos países se niegan a dar pasos para el desarrollo del futbol femenil es un tema más profundo. En pleno 2023 aún hay países donde de plano está prohibido por cuestiones culturales, sociales, religiosas y más.
Empecemos, por ejemplo, por Tanzania. En ese país el futbol aún “es para hombres”. No hay prohibición, pero en la mayoría del país —especialmente en las zonas apartadas— está muy mal visto socialmente que las mujeres jueguen futbol. Las familias pueden enfrentar situaciones como desprestigio si alguna de sus integrantes practica el balompié.
Existe un reportaje del New York Times donde lo anterior queda plenamente exhibido. Jóvenes del archipiélago de Zanzíbar (en Tanzania) formaron una liga clandestina. Sus ganas de jugar futbol se impusieron a los tabús sociales, así como a las creencias musulmanas que imperan en la mayoría del territorio, y crearon una mini liga femenil de futbol.
Casi 20 años después de creada la liga, el futbol femenil sigue siendo para hombres
Apoyadas por Nassra Juma Mohammed, exjugadora de la selección femenil de Tanzania, el primer equipo se creó en el 2007. A pesar de eso, al menos hasta 2018 el discurso desde el Consejo Deportivo de Zanzíbar era que “el fútbol es un deporte de hombres”.
Eso piensa su titular, Hassan Tawakal, quien además considera que la mayoría de las futbolistas son lesbianas, lo cual vuelve al futbol femenil en algo no sólo mal visto, sino peligroso. En Zanzíbar la homosexualidad es castigada penalmente. Lo dicho, una lucha del futbol femenil por existir en África.
La lucha de Ana Cristina Maye por Guinea Ecuatorial y por el futbol femenil de África
“¿Dónde está tu jefe?” es la pregunta más habitual que recibe de sus homólogos Ana Cristina Maye, coordinadora general de la Federación de Guinea Ecuatorial, cuando se presenta en alguna convención de futbol; claro, eso cuando no la ignoran por ser mujer. “La jefa soy yo”, responde siempre con firmeza. Ella es un pilar de la lucha del futbol femenil en África.
“Viajo por toda África y veo países donde una mujer ni siquiera puede tocar un balón. Está súper mal visto. Hay un arraigo cultural de que las niñas deben casarse y tener hijos, nada más. Esa es su función en la vida. Ya ni siquiera trabajar, solo dedicarse al hogar. Esto pasa aún en muchos lugares de África”, declaró en la II Gala de Fútbol Femenino en Barcelona, celebrada en 2022, según retoma La Vanguardia.
Ana Cristina Maye salió de África a los ocho años de edad. Emigró desde su natal Guinea Ecuatorial hacia España, donde practicó futbol con mucha normalidad. Actualmente busca que las mujeres en África jueguen futbol —si así lo desean— con la misma normalidad, pero el reto es muy grande.
“A veces entro en un sitio y noto el rechazo de los otros directivos. Te rechazan con la mirada, con un lenguaje no verbal. Yo estudio la cultura de un país antes de viajar y si es necesario me tapo el pelo con un pañuelo, pero exijo que me hablen. El fútbol sigue estando muy masculinizado, pero la fuerza de la mujer se tiene que notar. Si nos dejasen podríamos hacer mucho más. ¿Por qué no?”.
Con una licenciatura en Derecho Deportivo y licencia de agente FIFA, Ana Maye bien pudo quedarse a trabajar el resto de su carrera en la Federación Española de Futbol, pero decidió destinar sus esfuerzos a la lucha en pro del futbol femenil en África.
“Si África nos necesita, aunque yo haya crecido aquí, voy a aportar mis conocimientos y mi trayectoria a mi país de origen”.
Estamos en 2023, y sí, todavía nos preguntamos si algún día el futbol femenil será “normal” en África. Como ves, hay países donde existe y crece, pero en la gran mayoría aún se libra una lucha por tener recursos, oportunidades y “permiso” para hacerlo.