La sobrecargo comienza a dar las instrucciones de seguridad. Algunos aficionados -en su mayoría argentinos- inundan el ambiente con cánticos y porras para la albiceleste. Escribo estas líneas desde el avión que me llevará a cubrir mi quinto mundial en Qatar 2022.
¿Un momento dije “mi quinto mundial”? ¿Qué clase de ‘Tota’ Carbajal es esta? “Pinche zopas mamón y presumido”, estará pensando más de uno. La realidad es que es un dato que no termino de digerir ni dimensionar. Más cuándo recuerdo que a los ocho años, soñaba con tener este trabajo, mientras veía a Toño de Valdés y Enrique Burak en la inauguración de Seul ’88.
La realidad es que los últimos días no he dejado de pensar la manera en la que los mundiales terminan marcando nuestras vidas.
El inicio: Mundial de México ’86
La mía comenzó en 1980, sin embargo no tengo una sola memoria del Mundial de España 82, por el contrario, mi primera memoria relacionada con el fútbol, ocurrió en el verano del 86, cuando terminamos atrapados en periférico saliendo de la Pre-Primaria.
La memoria es borrosa, pero recuerdo no entender por qué el tráfico estaba parado, la gente tocaba el claxon y celebraban de manera eufórica acostados sobre los cofres y techos de sus coches. Mi mamá me explicó: México le ganó 2-1 a Bélgica en el Mundial.
Sin saber, ni entender nada, la semana siguiente estaba sentado frente al televisor viendo a México derrotar 1-0 a Irak con gol de Fernando Quirarte;y ahí supe que me gustaba el futbol.
Siguieron los goles de Raúl Servin y Manolo Negrete para derrotar a Bulgaria, y después, un partido que se me hizo eterno, como si hubiera durado tres años, con el que Alemania (en aquel entonces, aún se especificaba que era Alemania Federal) eliminó a México en penales.
En el inter, me fui entusiasmando con jugadores como Gary Lineker, Rudi Völler Lothar Matthäus, Sócrates y por supuesto la Argentina de Maradona, Burruchaga, Batista y Neri Pumpido. ¿Qué equipazo, no?
Mundial de Italia 90
Llegó el mundial de Italia’90 y a mis diez años, nomás no entendía ¿dónde estaba México? Recuerdo el campanazo que fue la victoria de Camerún sobre Argentina y al héroe de culto en el que se convirtió Salvatore ‘Toto’ Squilacci, el improbable goleador italiano que no se cansó de anotar en ese mundial.
Era muy joven, pero para mi, ese mundial fue el primero de la “era moderna” pues fue el primer mundial disputado tras la caída del muro de Berlín y la reunificación alemana, se precisamente se terminaría coronando frente a Argentina con ese polémico penal marcado por Edgardo Codesal.
Mundial de USA 94
Todos hemos llorado en un mundial, ¿verdad? ¿VER-DAD? Sin lugar a dudas este fue el primer Mundial que me estrujó y me hizo ver que el futbol también es capaz de hacerte sufrir, sobre todo porque el ánimo y euforia alrededor de la Selección Mexicana se desbordaba en las calles desde meses antes, con aquel triunfo en Canadá para asegurar la clasificación y la maravillosa narración de Raúl Orvañanos: “Hugo, el abueeeeeelo, gaaaaaaaaaaal ¡Estamos en el Mundial”, sin contar el subcampeonato obtenido en la Copa América del ’93, así que todo era alegría y diversión hasta que conocimos al quitarrisas de Hristo Stoichkov y el lamento eterno de Jorge Campos en el césped del estadio de los Gigantes de NY.
Francia ’98 y Corea-Japón 2002
Los primeros mundiales de mi vida adulta, y no lo digo solo por haber cumplido 18 años, sino porque en el Mundial de Francia, comenzaba a trabajar en Radioactivo 98.5 y para el Mundial de Corea – Japón, conducía un programa mundialista, llamado “Sake de Banda” (brillante juego de palabras) con Rulo y el queridísimo Abel Membrillo.
No sé cuántas neuronas perdí en el Mundial de Corea-Japón, pues recuerdo organizar fiestas en el Bull-Dog para ver los partidos de México a las 3 de la mañana. (Ese partido contra Ecuador…ufff) y bueno, ni qué decir de la cruda que fue ver el 2-0 contra Estados Unidos y de ahí tener que ir hacer programa en vivo, sin dormir, a las 6 de la mañana.
Gracias a Sake de Banda, es que un día recibimos una invitación para escribir en un periódico que recién salía en aquella época y se llamaba RÉCORD.
Mundial Alemania 2006
En Récord escribí con Rulo, una columna que se llamaba Finísimo Comentario y gracias a la cual, me invitaron a cubrir con ellos el mundial de Alemania. ¡Mi sueño se había cumplido! Pude ir a mi primer mundial, cubrir a la Selección Mexicana de futbol, conocer de primera mano todo lo que ocurre detrás de una cobertura, abrir un blog llamado Sopitas.com para compartir lo que veía en los estadios y fuera de ellos, incluyendo la final y el cabezazo de Zidane a Materazzi, y por supuesto la coronación de una selección italiana que era un Ferrari, con Buffon, Pirlo, Totti, De Rossi, etc.
Sudáfrica 2010
El Mundial de Sudáfrica me permitió vivir la concentración previa de la Selección Mexicana en Herzohenaurag, Alemania. Este mundial, me catapultó en Twitter y de alguna forma, terminó por construir lo que es Sopitas.com pues mientras los medios tradicionales seguían compartiendo la información en sus horarios establecidos, yo tuve la oportunidad de compartir el minuto a minuto de lo ocurrido, conectando también con una maravillosa comunidad a través de Twitter.
Para mí, Sudáfrica siempre tendrá un lugar en mi corazón, y es imposible describir lo especial que fue ser testigo de la primera reunión masiva del pueblo sudafricano tras el Apartheid.
Mundial de Brasil 2014
El Mundial de Brasil me permitió volver a la radio, la cuál había tenido que dejar cuatro años atrás, justo para poder cubrir la concentración mexicana en Herzonenaurag.
¿Quién diría que cuatro años después, un Mundial seria el pretexto que me permitiría volver a hacer radio? La misión fue en W Radio, primero con un programa mundialista llamado “El Clásico” acompañado por Rulo, el cual posteriormente mutó a una versión “beta” del informativo “Así las Cosas” en aquel entonces con Rulo y Martín Hernández, y que hoy es magistralmente conducido por mis querido Javier Risco y Gabriela Warkentin.
Por si fuera poco, para Brasil organizamos la Casa Sopitas que era una especie de co-working, en donde todas las personas que quisieran, podían ir a ver los partidos, trabajar, tomar chelas, comer tacos de El Parnita, jugar videojuegos, y convivir so pretexto de Brasil 2014. ¿Hay que repetirla pronto, no?
Rusia 2018 y Qatar 2022
Wow, si la vida se cuenta a través de los mundiales, estos cuatro años me han revolcado de tal forma que se me hace un nudo en la garganta mientras escribo esto.
A Rusia llegué feliz, recién casado con el amor de vida, esperando la llegada de nuestro primer hijo, sin si quiera imaginar lo que nos depararían los siguientes meses y años.
Conocer el amor, el dolor, lidiar diariamente con la vida y también con la muerte. Despertar sin saber cómo vas a salir de esto, solo para hundirte tantito más antes de volver a flotar, respirar, exhalar, y volver a la carga.
Este ciclo mundialista me cambió por completo. Quienes me conocen, me notan más callado o más “lejano”, pero supongo que lo librado en estos años me dejó secó, sin palabras y con poco margen de maniobra emocional para “divertirme”.
Es algo que hablo mucho en mi terapia, y supongo que son las secuelas de un periodo que me estrujó y reconstruyó por completo.
Hoy, viajo a Qatar con la felicidad de cubrir mi quinto mundial, pero también con la tristeza de dejar por casi un mes a mi segunda hija -de tan solo 9 meses de edad-.
Si la vida se contara a través de los mundiales, estoy seguro que todos encontraremos una narrativa más estructurada de lo que somos, y lo que nos ha construido, mucho más allá del futbol.