Amiga, date cuenta. La relación entre aficionados y la selección nacional se ha tornado tan tóxica en el último ciclo mundialista, que hoy, a plena víspera del debut frente a Polonia en Qatar 2022, se respira una indiferencia poco común para este tipo de eventos.
Vaya, ¡ESTAMOS HABLANDO DEL MUNDIAL DE FÚTBOL! Y sí, puede haber muchos señalamientos contra la selección del ‘Tata’ Martino, pero si somos honestos, como aficionados también deberíamos preguntarnos ¿en qué momento permitimos que esta relación se volviera tan tóxica?
Y hablo de nosotros, los aficionados, porque es muy fácil señalar al técnico y a los jugadores con las frases de siempre, que si “son unas divas” o que si el técnico “solo lleva a sus cuates”; pero nosotros ¿qué hemos hecho para dejar de magnificar victorias y derrotas por igual?
¿Por qué seguimos pensando que somos la potencia de CONCACAF y que perder contra Estados Unidos es inaceptable, en vez de reconocer el desarrollo de los rivales?
¿Por qué seguimos pensando que la meta es “calificar al quinto partido” cuando en realidad debería ser ganar el Mundial?
Ya sé que muchos deben estar pensando que estoy ebrio, pero aunque llegar al quinto partido sería maravilloso, nuestro fin tiene que ser mucho más grande que eso, ¿no?
A lo que voy es que la visión que tenemos de la Selección Mexicana, debería ser mucho más amplia que el ciclo mundialista en curso, y por el contrario, necesitaría contemplar una estructura que desde la Federación Mexicana de Fútbol impulse un desarrollo físico, psicológico y de acompañamiento para jugadores y jugadoras desde su niñez hasta las diferentes categorías en las que terminen compitiendo.
Debemos de darnos cuenta de que el inicio no es frente a Polonia y el final, no será cuando México termine su participación en Qatar 2022.
Hoy deberíamos de estar hablando de Polonia, de Argentina y de Arabia Saudita, sí; pero también de lo que viene para una selección que promete y a la que se le exige, pero de la que poca certeza existe al momento de pensar en lo que sigue.