Cuando llegué a la secundaria el mundo futbolero en el recreo era dominado por Ismael de 3º, un puberto que ya le había salido bigote de leche y que el acné había dejado huellas desagradables en su rostro. Recreo tras recreo, “el Isma” fue artífice de que los de 1º fuéramos apabullados y que los de 2º no encontraran manera de mantenerse más de dos retas en la cancha. Así fue durante todo un año, pero una vez terminado el ciclo escolar, la canchita había quedado sin líder. El rey había muerto (se fue a la prepa) y el lugar de “crack escolar” tenía una vacante abierta.

El futbol internacional al igual que el futbol de las secundarias del país es cíclico, siempre hay un jugador que domina el panorama internacional, baja su rendimiento y luego llega alguien más a tomar su sitio. Nosotros hemos vivido el calendario chino futbolero aproximadamente ya que festejamos el año de la cabra (The GOAT) con Lionel Messi hace más o menos doce años.

Foto: Instagram (@liverpoolfc)

Pero, así como el tiempo te ayuda a salir de una gripita, curar una cruda u olvidar el recuerdo de ese amargo amor, también el tiempo ha hecho que Messi pase a ser “uno de los mejores” y no “el mejor” le da oportunidad a todos los demás futbolistas de conquistar el recreo del futbol internacional.

A la mente seguro vendrán nombres como Lewandowski, quien debió haber ganado el suspendido balón de oro del año pasado. Benzema, quien en una liga tan capa caída como la española y con un equipo lejos de ser galáctico sigue remando para que los merengues y Le Blues sean favoritos para todo. Ya para cerrar está la nueva generación con Mbappé, quien la neta sólo se nos viene a la cabeza porque es con Haaland con quien lideran la siguiente generación, pero está lejos de la conversación del talento que siga en nuestra vida DdM (Después de Messi).

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Pero yo tengo un gallo que creo que cumple todos los requisitos, tiene al menos cuatro años teniendo temporadas de alto calibre que se veían eclipsadas por el enano en cuestión. Tranquilos todos que estamos a punto de festejar el año del Faraón, la obra y vida de Mohamed Salah.

El egipcio llegó en 2017 al Liverpool de Klopp para volverse un hit más instantáneo que “I want it that way” de los Backstreet boys. Para el fin de la temporada 2021, nuestro hijo de cleopatra tiene los siguientes números: 127 goles, 43 asistencias en 203 partidos de cualquier competición. “El Isma” del Liverpool tiene .85 gol o asistencia por partido. Esto evidentemente se ha traducido en trofeos para su vitrina personal con dos campeonatos de goleo y el premio al “Mejor jugador de la temporada”. Sin olvidar que el Liverpool ya ganó una Champions League y la bendita Premier después de 30 años sin conseguirlo.

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Doy el contexto porque no quiero que les parezca raro que este arranque de temporada nuestro angelito empezó muy arremangador y todo poderoso. Lleva 11 partidos entre liga y Champions y ya tiene 12 goles y 4 asistencias. Yo sé que los números no lo son todo y que el saber llegar tiene mucho que ver y, para eso hay que prestar atención al gol que le hizo al Watford en el partido del fin de semana. Salah lo tiene todo para ser el llamado a tomar el gafete de ‘el mejor del mundo’: regate, definición, potencia y que está lejos de ser un “pecho frío” cuando su equipo requiere de él.

La transición de dejar de asombrarme por las locuras normales de Messi cada fin de semana y prestar atención a algún otro jugador va a ser algo muy interesante para el mundo futbolero. Creo fervientemente que si Salah sigue siendo el jugador que ha sido desde que llegó al Liverpool nos dará muchas alegrías a los fans del futbol y será el jugador que agradezcas que esté en tu equipo, pero que odies tenerlo de rival. Messi no habrá otro, pero hay un Salah que está ahí para divertirnos.

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