Convertido en una máquina de milagros, Santos dejó su sexta huella para la eternidad. Una aventura lunar extraordinaria por parte de una cofradía de mosqueteros con un fin común: “Uno para todos y todos para uno”, sin más. En tiempos mesiánicos, este grupo de pretorianos, prefirió ser un equipo compacto, gremial, al servicio de todos, que pretender actuar como un solista. Aquí no hay D10ses, más bien hidalgos para la victoria y la derrotas. ¡Compañeros! La muestra es esa extraordinaria sociedad, Tavares-Furch. El primero la hizo de campeón de goleo en el torneo, en la liguilla, cedió el trono a Julio…
En Toluca se ha impuesto un conjunto de soldados por encima de los más reputados letristas. Un campeonato de todos, sin demagogia. De Orozco a Djaniny, pasando por Izquierdoz, Vázquez, `Osvaldito´, De Buen, Araujo, o Furch. La rutina es fugaz, y Santos aprendió de ella. Está vez no murió ante el Diablo, está vez Santos es campeón del futbol mexicano, la sexta vez, la epopeya que añoraban en Torreón. Una Oda a la alegría, la que despierta en el vencedor esta misa pagana, ese juego que desertiza las calles, y que lleva la rutina al olvido…
Santos ganó su sexta estrella de suceso en suceso, un milagro detrás de otro, sin reproche alguno, puro futbol y solo futbol. Mientras Santos ganaba, Tigres, América y hoy Toluca, caían y constataban un nuevo imperio, el señorial Santos Laguna… Quiso Toluca, por todos los frentes, pero Orozco aguantó con un esfuerzo sobrehumano, en cada verso, sostenía la esperanza Santista, a cada llamada, llegó puntual.
El impresionante Toluca tuvo una infinidad de ocasiones, sin embargo Jonathan aturdió cualquiera posibilidad con su maravilloso repertorio de paradas extraordinarias. Sambueza rozó el empate una y otra vez, pero Orozco detuvo la malaventura. Hasta en tres ocasiones, era gol, gol, gol o gol, pero Jonathan, con guantes de plomo, lo evito.
El futbol es puntual en las revanchas, y a los de torreón le debía dos. Una se ha pagado hoy, Furch lo atestiguo con ese gol…