Ganó Santos porque sí. Porque es un equipo especialista en retorcer la realidad. Porque es capaz de driblar cualquier existencia. Porque le importa un comino los credos futboleros. Porque es Santos y punto en boca. A eso nadie le gana. Ni Tigres, América, hoy Toluca. Dos ganchos a la mandíbula y ya. Es verdad no fue como quitarle un dulce a un niño, al contrario, Toluca falló una catarata de oportunidades, Santos tuvo dos, cuando Talavera se fue de procesión, y cuándo Furch se mandó un golazo. A veces al futbol, solo lo entiende el futbol…

De un encuentro a tirones, de pico y pala por momentos, el diablo sacó la ventaja inicial. Fue una cátedra del contragolpe, y Quiñones que no jugaba con tachones, sino con zapatillas de Flash, voló hasta el infinito y más allá. Fue gol porque la jugada lo merecía y porque Orozco le regaló el primer poste…

Sin embargo, lo que sembró Quiñones no tuvo éxito. Porque a veces el drama es compartido. Si Orozco regalo un poste, Talavera regalo la portería completa. Hasta en esos se parecen estos dos comandos. Falla uno, fallan los dos…

Al rescate de Santos llegó Djaniny, que se encontró con la puerta abierta del castillo, mientras Talavera regaba las caballerizas. Suelto en el ataque, Furch sin más descorchó la batalla celestial. Hay Final, muchísima, faltaría nada más portero, de un lado o del otro…

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