Cuello arriba, actitud ganadora y determinación, así era Éric Cantona. Un futbolista que enalteció el ser un “chico malo”, disfrutó de su estancia con el Manchester United y se convirtió en ídolo y leyenda.

El delantero francés llegó de una manera muy extraña al equipo que lo vería salir del caparazón y ser una estrella. En 1992 Sir Alex Ferguson buscaba un atacante para suplir a Dion Dublin, que se lesionó gravemente. En sus sondeos buscó por el Leeds United, que acaba de firmar a Cantona, así que parecía imposible. Sin embargo, su carácter no convencía al presidente del equipo blanco y terminó ofreciendo a Éric con los Red Devils.

Lo demás es historia…

El inicio

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6 de diciembre de 1992, fecha en que oficialmente el galo tomaría las canchas para el Manchester United. Entró de cambio ante el rival de la ciudad, el Manchester City pero no anotó.

Para ese entonces Ferguson estaba metido en problemas. Sí, el mítico entrenador no siempre disfrutó de tranquilidad y lo que lo tenía preocupado era que su equipo no estaba compitiendo al nivel del Aston Villa o Blackburn Rovers. La definición de cara a la portería era la cuestión y Cantona lo resolvió.

Éric hizo pareja con Mark Hughes y llevaron a los Red Devils al campeonato sacando de la competencia a The Villans. Jugó 22 partidos y anotó nueve tantos que fueron claves para levantar el trofeo.

El número 7

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Este dorsal ya traía historia. Lo portó el gran George Best y con Cantona la mística se hizo más grande. Este número no lo podía usar cualquiera.

El 7 pasó a ser un dígito para el habilidoso en lugar del 10, al menos en el Manchester United. El Rey sabía hacerlo todo bien. Jugar en el área, afuera de ella, rematar de cabeza, disparar de larga distancia, distribuir el balón. Físicamente tenía todas las cualidades necesarias y las aprovechaba.

Su único defecto, si así se le puede llamar así, es que a la hora de irse a las bandas tenía problemas en asistir a sus compañeros. Siempre prefería encarar y aunque en la mayoría de las veces salía victorioso, a veces perdía el balón con facilidad. Algo así como egoísta.

Claro, esto no le impidió ser un gran jugador. Ganó todo en Inglaterra con el club y se ganó el cariño de la afición.

La inestabilidad

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Sí, del Leeds lo dejaron ir por su forma de ser. Guardando proporciones, fue el Zlatan Ibrahimovic de su época, aunque mucho más problemático.

Constantemente se encontraba en el ojo del huracán por cuestiones reglamentarias. Le fascinaba dar declaraciones incendiarias a la prensa y luego salir peleado con la misma. En el campo de juego era muy similar, siempre chocando y provocando a los rivales.

Lo gracioso de esto es que en 156 de Premier que jugó solo fue amonestado 18 veces y expulsado dos. Sí, podrías imaginar que por su carácter habría tenido mayores consecuencias, pero era parte del juego de antes.

Aún así le costó muchas críticas y detractores. Empero, esto jamás le importó, para él siempre fue El Rey.

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