Por Daniel Montes de Oca | @montesdeoca11
Carta a Pep Guardiola, a cinco años de su despedida del Barcelona…
Fue un 5 de mayo como hoy, pero de 2012, en que el entrenador cerró un ciclo con un club que revolucionó al futbol. Messi lo despidió con cuatro goles en un derbi catalán. A continuación, una carta concebida hace cinco años, tras el adiós de Pep…
El adiós es más triste que una derrota porque no tiene revancha y sí nostalgia. Tu partida es tan inexplicable como congruente; sencilla y grácil como el futbol que predicó “tu Barça”.
Te vas porque tienes fe ciega en los ciclos, y corazón y mente te dictaron que es tiempo de cerrar el más estético de todos.
Fueron cuatro años de un romance perfecto, sin altibajos, el cual te encargaste de alimentar con 13 títulos; sin embargo, no son los números la mejor manera de medir tu herencia.
Crear una filosofía que tiene como estandarte la belleza y el respeto al manejo de la pelota, es el mayor de tus legados.
Fuiste guía y aliado de una generación de ensueño formada en La Masía. Tu método fue convencer y no imponer; brindar y no escatimar.
El camino a la consagración fue la ‘necedad’: intentar una y otra vez lo mismo hasta dominarlo, sin importar que los rivales conocieran de memoria el guión.
La congruencia fue tu sello y el virtuosismo tu escudo. Nunca ofendiste al oponente: en la cancha lo respetabas jugando al tope de las potestades de tu equipo, sin importar si se trataba de un histórico o del más débil.
Fuera de la palestra, siempre encontraste las virtudes de tu rival, para gritárselas al universo.
“Si perdemos, seguiremos siendo el mejor equipo del mundo; si ganamos, seremos eternos”… Fue una de tus grandes frases antes de una contienda histórica.
El equipo que lleva al terreno de lo tangible lo que uno supuso que sólo era posible en un videojuego, pierde a su ‘creador’.
Pep, eres el ‘culpable’ de que millones se enamoraran del futbol y de reconquistar a los que se habían alejado.
Guardiola, te debo el sudor de mis manos en cada partido del Barça, y todos esos días en los que me estremecí con el juego de los tuyos…
Hasta siempre, ‘eterno culpable’.