¿Se acuerdan que la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardem, declaró a su país libre del coronavirus el pasado 8 de junio? Pues esto ha permitido el regreso del rugby, el deporte más popular con la antigua normalidad, es decir, con estadios llenos de aficionados.
Mientras que en Alemania, España e Italia (próximamente Inglaterra y hasta México) el futbol se ha reanudado sin aficionados en las gradas o aficionados digitales en las transmisiones, como parte de la nueva normalidad, en Nueva Zelanda los estadios regresaron casi a la normalidad real, normalidad normal o normalidad antigua, como usted guste llamarla.
A los aficionados se les pidió usar una aplicación especifica de geolocalización antes, después y durante el partido para que en caso de presentar síntomas de covid, se puedan localizar puntualmente a las personas que estuvieron cerca y que por lo tanto pudieran ser candidatos a contagio.
Ardem informó que en Nueva Zelanda no había casos activos de coronavirus por 17 días consecutivos, por lo que los eventos públicos y privados se reanudaron sin restricción alguna, por ello más de 20 mil aficionados se dieron cita en el Forsyth Barr Stadium, para presenciar el encuentro entre los Highlanders y los Chiefs de Hamilton.
Mientras, en Nueva Zelanda, jugando al rugby y con el estadio lleno (y The Killers de fondo) pic.twitter.com/8Rx2bltYMH
— Jota Villaluenga (@JVillaluenga) June 13, 2020
El ministro de deportes, Grant Robertson, calificó el regreso de los aficionados a los estadios como “una recompensa por el arduo trabajo de cinco millones de neozelandeses”, dijo.
El partido marcó el inicio del torneo Súper Rugby Aotearoa, en el que competirían cinco equipos de rugby del país en un torneo de 10 jornadas.