La violencia que se desató en el Querétaro vs Atlas de la Liga MX atrajo los reflectores de todo el mundo y aunque mucha gente quiera negarlo, es el mayor reflejo de toda una sociedad más allá del futbol. México lleva décadas en medio de una guerra contra diferentes grupos que encabezan asesinatos, secuestros y demás circunstancias que provocan dolor en millones de familias.

Sin embargo, el deporte ya no es un escape de la realidad, mucho menos una distracción después de las largas jornadas laborales de la semana.

¿Cuántas veces no nos dijeron que nos cuidáramos al ir a un estadio? Que era mejor asistir con cualquier playera, menos con una que representara a cierto equipo porque representaba un riesgo. O que no llegáramos por cierto acceso porque era posible encontrarse a aficionados rivales.

No obstante, la violencia en el futbol no apareció de un día a otro y estas advertencias ya son algo común al tratarse de cualquier visita a un estadio.

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Las rivalidades en el futbol y el camino a la violencia fuera de la cancha

El que no salte es un chiva maricón”, cantan en el Jalisco o en el Azteca. “Pumas no tiene mujer, pero tiene un hijo puto que se viste de amarillo”, gritan orgullosos en Ciudad Universitaria. Y así en casa estadio, cada barra tiene cánticos en contra de sus acérrimos rivales para insultarlos y hacerlos menos en la tribuna. Sí, violencia en su máxima expresión.

Hablar de violencia en el futbol no solo refiere a pelearse a golpes hasta dejar inconsciente a quien está enfrente. Lo que sucedió en Querétaro fue la gota que derramó el vaso después de años de provocaciones y momentos de tensión. Ahora se habla de las barras, de su llegada a México y de la desaparición que piden millones de aficionados, pero esto supera a un solo grupo.

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Ir a un estadio es una auténtica travesía y no hablamos del camino y el tráfico. Desde los alrededores, la estancia en el estacionamiento, los accesos, los 90 minutos dentro y luego la salida representan un constante estado de alerta. En los últimos años hemos visto campales en diferentes estadios y detrás de ellas hay actitudes, insultos y comportamientos que son supuestamente normales.

Pero tomando en cuenta todo el entorno del futbol, no es difícil darse cuenta de que la violencia está en todos lados. Incluso los medios de comunicación juegan un papel en ello, con discursos que incluyen partidos “de vida o muerte”; además, se nos ha inculcado que los rivales no merecen nuestro respeto, mucho menos amistad.

Por supuesto que hay excepciones a estas “reglas”. Hay familias enteras que comparten el gusto por el balompié sin coincidir en equipos. Amigos que te invitan al estadio, aunque apoyes al rival, y te cuidan de todos los intolerantes.

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“¿Qué seriedad podemos tomar?”: Las críticas a los jugadores que conviven con el ‘acérrimo rival’

Oribe Peralta comenzó su segunda etapa como jugador de Chivas en 2019, después de haber jugado en América. Cuando se dio la transferencia (e incluso antes) se le tachó de traidor y un sinfín de calificativos similares. No obstante, la situación empeoró en el Clásico Nacional disputado en septiembre de 2020.

Al terminar el partido con victoria para el América, el delantero fue captado por las cámaras entre risas con sus excompañeros. Jorge Sánchez, Jesús Escoboza y Sebastián Córdova intercambiaron jerseys con los rojiblancos y platicaron un rato. Esto provocó el enojo de ambas aficiones, que se fueron encima de los jugadores y no solo eso, también algunos comunicadores criticaron este supuesto cinismo.

Eso es hoy representar a Chivas. Penoso. Qué mala contratación”, escribió René Tovar en Twitter. Por su parte, David Faitelson aseguró que Peralta no conocía la vergüenza y que solo estaba robando dinero en Guadalajara. Independientemente del ‘mensaje deportivo’ que quisieron dar, estas voces del micrófono solo provocaron más ataques en redes.

Y luego de la violencia en el Querétaro vs Atlas, el mismo Peralta recordó que hace más de un año recibió críticas de todo tipo por ese momento.

Especial

En septiembre de 2021, también hubo polémica en redes sociales cuando Selene Valera del América acudió a un partido en el Estadio Olímpico Universitario para apoyar a su excompañera y amiga Marlyn Campa. Al tratarse de una futbolista de Pumas, algunos aficionados dijeron que situaciones como esa impedían que tomaran en serio a la Liga MX Femenil.

El supuesto argumento era que las jugadoras no son bien asesoradas y que no se debe acudir a partidos de un rival histórico del club. Aunque a muchos tampoco les guste, la afición y las mismas protagonistas del futbol femenil en México han demostrado que las rivalidades duran 90 minutos y nada más. Asimismo, buscan apoyar a todas sus colegas y asisten a partidos de Selección Mexicana o Liguilla, pero nunca por encima de sus responsabilidades como futbolistas.

Elementos como Renata Masciarelli del América ponen el ejemplo de que ellas son las primeras que impulsan el futbol femenil. De la mano va crear un futbol sin violencia, en el que cualquier fan pueda sentirse tranquilo y no temeroso o perseguido solo por la playera que utiliza o el equipo que apoya.

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Escribo de deportes en Sopitas.com. Estudié en la UNAM y luego pasé por PressPort y la Agencia Notimex. Veo futbol como si me pagaran por ello, pero también soy fan del beisbol, el tenis y la Fórmula...

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