Parece que los problemas no dejan de aparecer en Río de Janeiro previo a los Juegos Olímpicos. Un reporte reciente apunta a que las muertes de policías en la ciudad carioca son alarmantes y poco atendidas.
Según AP, desde enero la cantidad de uniformados que ha perdido la vida debido a tiroteos y que no estaban en horas laborales asciende a 61 y realmente las autoridades no han podido dar con la respuesta.
Ignacio Cano, sociólogo de la Universidad local y que está en el departamento del estudio de violencia comentó: “2016 ha sido un muy mal año. Hemos visto un aumento dramático de homicidios, robos y demás crímenes. Hemos perdido la oportunidad de transformar a la policía y desarrollar un nuevo modelo de de seguridad pública”.
Sin embargo, la parte de la población ha denunciado los métodos de las autoridades. Además de ser una policía militarizada, lo que significa que son más como fuerzas especiales y con mucho mayor poder de fuego, se dice que tienden a ser prepotentes y disparar antes de preguntar. Amnesty International, aplicación que ayuda a las comunidades a evitar zonas de conflicto, contabilizó la increíble cantidad de 265 tiroteos en Río tan sólo en la semana pasada. En cuanto a criminalidad, todos los delitos en la ciudad han aumentando en estos primeros meses del año en un 18%.
Asimismo, también hay que sumarle que la recesión económica que está viendo todo Brasil es una de las peores en toda su historia. Los expertos calculan que no vivían algo así desde la crisis de 1930, lo cual lógicamente afecta a los pobladores, que terminan cometiendo delitos para subsistir. Además, siguen siendo dominantes las favelas que aún no están pacificadas y tienen presencia de grupos delictivos.
Y por si fuera poco, también hay un tema racial. Según datos del departamento de seguridad pública, una persona de color tiene tres veces más posibilidades que un blanco de ser asesinado por la policía.
Los organizadores y el gobierno saben que algo está mal. Para la justa olímpica se calcula que serán 85 mil policías y militares que vigilen el acontecimiento, lo cual es el doble de lo que se utilizó en Londres 2012.
Estamos a días, a la vuelta de la esquina está el evento deportivo más importante del mundo. Sin embargo, la situación en tierras cariocas es extremadamente delicada.
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