Por Daniel Montes de Oca | @montesdeoca11
Hace tres años y tres días México tenía pie y medio en los Cuartos de Final de la Copa del Mundo Brasil 2014.
Superaba a Holanda con gol de Giovani dos Santos, pero en un abrir y cerrar de ojos lo que parecía un logro mayúsculo se convirtió en tragedia… Una más.
El resto de la historia es conocida: Holanda le dio la vuelta al marcador en tres minutos con el tristemente célebre “No era penal”.
La Selección Nacional no aprende de las lecciones más dolorosas de su historia y en un juego de menor trascendencia que el antes referido, cuando acariciaba el tercer sitio de la Copa Confederaciones, apareció un error al minuto 91 y la contienda se fue a tiempos extra, en donde, como suele suceder, el ganador no fue México.
Miguel Layún no podía cerrar de otra manera su participación en la justa. Juan Carlos Osorio le regaló la convocatoria y la titularidad en cuatro de los cinco juegos que disputó el Tri, y el lateral (en esta ocasión derecho) sencillamente demostró por qué en el Porto no era convocado ni a los partidos durante los últimos tres meses de la temporada.
Falla en la marca ante Pepe para el 1-1 y comete un penalti en el tiempo extra, primero por no cortar un balón de trámite y después por meter la mano de forma burda. Sin embargo, no va a pasar nada, seguirá siendo convocado a la Selección y con el puesto garantizado, porque la llamada competencia que predica Osorio es sencillamente una falacia.
Esta vez la alineación tuvo mayor congruencia: con Rafael Márquez ejerciendo funciones de contención y en ocasiones tercer central, el equipo tuvo cierto equilibrio, más allá de que el veterano ya no tiene velocidad, pero sí calidad intacta y una lectura de juego inmejorable.
Ahora fue Portugal el que apostó por las rotaciones, pues su técnico había anunciado que el partido por el tercer sitio sencillamente no les interesaba, entonces mandó a un equipo de suplentes que, sin embargo, le dio seriedad al asunto.
En el balance general de los 120 minutos la selección campeona de Europa fue superior a México, por un margen corto, pero basta decir que pese a fallar un penalti, anotar un gol en propia puerta y quedarse con 10, ganó el encuentro.
El Tricolor fue el mismo de toda la competencia: bipolar, con buenos pasajes, con Carlos Vela como el futbolista más lúcido, Memo Ochoa el héroe evitando una goleada, y la defensa un desastre total.
Para nada es una actuación digna ni decorosa de México en la Confederaciones, porque pasar la primera ronda en un grupo en el que estaban Nueva Zelanda (selección semiprofesional) y Rusia (tercer nivel europeo), tampoco es un mérito mayor.
De nueva cuenta quedaron de manifiesto las grandes distancia que siguen existiendo entre el balompié azteca y la élite: 4-1 ante una juvenil Alemania y 2-1 ante un Portugal desinteresado, sin Cristiano y jugando con suplentes. Esa es la realidad del futbol nacional.
A Osorio (que engendró en el Piojo en este partido) le llueven sugerencias, críticas y recomendaciones, pero solo hay un par de certezas en torno al técnico nacional: no lo van a mover de su cargo, con lo que dirigirá en el Mundial; y la segunda, seguirá con sus rotaciones, inventos, experimentos y filosofía basada en análisis biométricos. Es necio y públicamente lo aceptó, como si hiciera falta.
Así las cosas, a menos de un año de la justa mundialista México volvió a chocar de frente con su realidad, la misma que indica que en las citas históricas y ante rivales que viven lejos, muy lejos de la marginada y cómoda Concacaf, sigue siendo una selección muy pequeñita.